Capítulo 2
Al abrir la puerta de la pequeña habitación donde vivía, me di cuenta de que no tenía casi nada que empacar.

Vivía en el rincón más olvidado de toda la casa, en un cuarto que alguna vez fue un trastero.

Lo único que realmente era mío eran unas cuantas prendas viejas, deslavadas por el tiempo.

Beatriz, en cambio, tenía un vestidor tan grande que parecía una sala.

Su ropa usada, sus tacones rotos, todo lo que ya no quería, terminaba tirado al azar en este "almacén temporal" donde yo dormía.

Manuel y yo discutimos muchas veces por eso.

Él siempre decía:

—Beatriz creció entre gritos y golpes de su padre biológico. Ahora que está con nosotros, merece algo mejor. Solo dale espacio.

Ese "solo" me costó cinco años de silencio.

Guardé mis cosas en una caja de cartón vieja, justo cuando recibí una llamada del cementerio.

—¿Hola? ¿La señora Lisa? Sobre el terreno que había preseleccionado... si desea conservarlo, tendría que pagar el anticipo ahora. De lo contrario, se lo asignaremos al siguiente solicitante.

Era la parcela que había ido a ver hace poco. Estaba rodeada de pinos y rosales bien cuidados. Tenía una lápida moderna, de mármol gris claro, diseño minimalista.

Parecía una imagen de revista, como esas cuentas de Instagram donde hasta la muerte se ve bonita.

En ese momento pensé: "Si vivir ha sido tan difícil, al menos que morir tenga algo de bonito."

Pero ahora, eso también era un lujo que no me podía permitir.

Guardé silencio unos segundos y respondí en voz baja:

—No, gracias. Ya no es necesario.

No tenía con qué pagarlo.

Durante años, deposité todo lo que ganaba en la cuenta compartida del matrimonio. Manuel, convencido de que estaba fingiendo para manipularlo, ya había vaciado todo. No tenía cómo pagar el tratamiento, mucho menos una tumba bonita.

Apenas colgué, Manuel entró de golpe a la casa.

Arrojó su maletín al sofá sin siquiera mirarme. Abrió la boca con ese tono seco, molesto:

—¿Una tumba? ¿Para qué estás comprando una tumba?

Pensé que tal vez había escuchado algo. Iba a explicarle. Pero él solo frunció el ceño y soltó una risa sarcástica.

—¿Sabes qué sentí cuando te vi en esa oficina? Vergüenza, Lisa. Beatriz no podía dejar de llorar. Le arruinaste toda la fiesta. ¿De verdad no sabías que era su cumpleaños número 22?

—¿Por qué te molesta tanto su existencia?

¿A mí? ¿Molestarme por ella?

Entonces dime... ¿todos estos años de desprecio y de quedar siempre a un lado qué fueron?

Desde que entró a esta casa, no volví a tener un cumpleaños.

Cada vez que se acercaba el mío, a Beatriz le daba fiebre, o le salía alguna reacción alérgica que la mandaba directo al hospital.

Todos lo dejaban todo por ella. Por mí, ni una vela, ni una llamada. Ni siquiera un pastel barato.

Lo miré fijamente. Me ardía la nariz y la voz me salió temblando:

—Le llevo solo un año... y nunca tuvieron ni el detalle de comprarme un pastel.

Manuel dudó un momento, pero enseguida volvió con ese tono molesto que ya me sabía de memoria:

—¿Puedes dejar de contar todo como si fuera una competencia?

En ese momento se oyeron pasos en la entrada.

Mi hermano y Beatriz acababan de llegar. Ni bien cruzaron la puerta, él soltó:

—¿Tú hablando de cumpleaños? Después de todo lo que hiciste, ni derecho tienes a uno.

Tenía la cara desencajada de rabia. Los ojos, llenos de juicio:

—Beatriz lloró tanto por tu culpa que casi la llevamos a urgencias. Y aun así, está dispuesta a perdonarte. ¿No te da ni un poquito de vergüenza?

Beatriz se acercó entre sollozos, con esa sonrisita forzada.

—No pasa nada, Lisa. Yo no te guardo rencor. Solo quería probar uno de esos pasteles tuyos, de crema de maní... ¿me lo harías, por favor?

Gustavo no tardó en apoyarla:

—¿No es ese el que mejor te queda? Beatriz ya bajó la cabeza, te está dando la oportunidad. No seas orgullosa.

La miré. Esa carita compungida... y esa pizca de satisfacción que no alcanzó a esconder.

Respondí tranquila, sin bajar la mirada:

—¿No que eras alérgica al maní? ¿O quieres que te mande otra vez al hospital... por "accidente"?
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App