Capítulo 6
Manuel parecía tener cierta insistencia con que Beatriz comiera pastel.

Su tono era suave, casi cariñoso, pero tenía esa firmeza que no dejaba espacio para negarse.

—Beatriz, solo un poco. No pasa nada. Y si te sientes mal, Gustavo y yo te llevamos al hospital enseguida.

Por un momento, la sonrisa de Beatriz pareció forzada.

Pero para no mostrar duda, puso su típica carita de niña buena.

Agarró una cucharita y empezó a probar, una por una, todas las porciones de pastel que había sobre la mesa, como si estuviera cumpliendo con algo que no le quedaba de otra.

Cuando terminó, se llevó la mano al estómago y murmuró:

—Me siento un poco rara... voy a descansar.

Se dio la vuelta y subió las escaleras con paso lento.

Yo la seguí, casi flotando detrás de ella.

Apenas cerró la puerta de su habitación, cambió por completo.

Se puso a revolver los cajones, abrió la maleta, sacó ropa, lo desordenó todo con desesperación.

Entonces, se oyó el clic de la puerta.

—Beatriz, ¿qué estás buscando?

Los ojos
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