El cuarto de la UCI se llenó inmediatamente. El Dr y la jefa de enfermeras entraron apresuradamente para examinar a Aurora. Alexander se hizo a un lado, el corazón aún galopando en su pecho, observando cada movimiento con fervor.
—¡Revisen los signos vitales! ¡Refuerzo de oxígeno! —ordenó el Dr examinando las pupilas de Aurora con una pequeña linterna.
Aurora parpadeaba, su expresión aún confusa, como si estuviera despertando de un sueño muy profundo.
—¿Alexander...? —susurró Aurora, su voz seca y apenas audible.
—Estoy aquí, mi amor. Estoy aquí contigo —respondió Alexander, tomándole la mano de nuevo, sin poder dejar de sonreír a pesar de las lágrimas que le empañaban la vista.
Después de unos minutos de revisión, el Dr se enderezó, aliviado.
—Señor King, la hemos estabilizado. Es una excelente señal. La señora King ha regresado.
—¿Podrá recuperarse completamente, Doctor? —preguntó Alexander, con un nudo en la garganta.
—Es muy pronto para saberlo. Ha estado en coma inducido y su