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—Si lo vuelves a llamar por su nombre, te juro que haré que te echen—amenaza la mujer. Caminé rápido para entrar a la oficina de Alexander, pero, antes me giré para sacarle la lengua a Sara, esta abrió los ojos sorprendida y cuando trató de decirme algo le cerré la puerta en la cara.
—Seño