En la habitación en donde se encontraba Sofi junto a su bebé recién nacido y su marido, Ian, se escucha dos golpecitos en la puerta y luego ven asomar la cabeza de Aye con una enorme sonrisa.
— ¿Se puede? —pregunta sin terminar de entrar en el cuarto.
-¡Sí! —chilla Sofi en voz baja para no despertar a la bebé—. Pasa, pasa —le insta.
— ¿Cómo estás, tío? —saluda a Ian al tiempo que él la envuelve con sus brazos.
—Feliz —le responde—. ¿Y tú, pequeña ratonzuela? —indaga acomodándole el cabello detrás de la oreja.
—También —le responde y se gira a abrazar a Sofi—. Feliz de verlos —Baja la mirada a la bebé que Sofi sostenía en brazos—. Que hermosa —exclama al verla.
—¿Quieres sostenerla? —le pregunta Sofi.
—Claro —se apresura a asentir y se acomoda en una silla que con anterioridad ocupaba Ian. El rubio toma a la bebé de Sofi y se la coloca en los brazos a Aye—. Es linda y se ve tan delicada —dice mientras la mece entre sus brazos.
—Y es un poco ruidosa —le indica Ian haciendo reír