Un Respiro

Las personas dentro de la ambulancia hicieron hasta lo imposible, mientras Adhara simplemente se quedaba en una esquina, tratando de no intervenir y causar problemas innecesarios que pudieran costarle la vida al hombre.

Y cuando todo parecía perdido, el pitido se acabó, las líneas volvieron a curvarse y la enfermera se secó el sudor de la frente aliviada: su corazón había vuelto a latir.

La chica suspiró presa del alivio, dándole gracias a Dios por no abandonarla en aquel momento y haber escuchado su suplica, mientras se aferraba con más fuerza a sus rodillas.

- Signos vitales normales, latido cardíaco fuerte. Todo en orden.- Uno de las paramédicos informó, haciendo que todos se relajaran de inmediato.

Justo cuando Adhara estaba a punto de levantarse y acercarse, la ambulancia detuvo su andar con una pequeña sacudida.

Habían llegado al hospital.

Las compuertas se abrieron, mostrando a unas personas de bata blanca con una camilla lista para recibir al paciente.

Adhara se puso en pie, y se bajó de un salto para no estorbar, y aprovechando para estirarse, ya que sentía todo su cuerpo entumecido por haber permanecido en la misma posición por mucho tiempo.

Vió como lo llevaban a la entrada de emergencias y no dudó en seguirles.

- Debe pasar a recepción a entregar toda la información que tenga sobre el herido.- La enfermera le indicó al verla ir tras ellos, haciendo que Adhara frenara en seco su andar.

- No puedo.- Susurró angustiada.

-¿ Por qué?- La enfermera alzó una ceja empezando a sospechar de la joven.

- Yo no sé quién es.- La chica se sincero.- Regresaba de mi trabajo y lo encontré a él en mi ruta habitual, no sé que le pasó.- Mintió descaradamente, pero no estaba lista para responder preguntas.- Sólo estaba tirado, con parte del cuerpo recibiendo la tormenta y el torso recostado en la pared. Me acerqué para ver si respiraba y al ver que se movió no dudé en llamar.

La enfermera miró los ojos de la chica y vió la sinceridad brillando en ellos. Además, aquella zona era muy conocida por ser guarida de delincuentes, por lo que no era extraño que seguido se escuchara hablar de personas que habían sido encontradas heridas o muertas en el lugar.

- De acuerdo.- La mujer asintió- Lo reportaré como desconocido, pero sabes que eso no juega a su favor, ya que sin saber quién es o si tiene familiares, el hospital no podrá mantenerlo aquí por mucho tiempo.

Adhara lo sabía. El sistema de salud publica siempre estaba saturado y era normal que no pudieran mantener a alguien sin nadie que respondiera.

- Yo me haré cargo de él y de todos los gastos que vengan después, yo me responsabilizare.- La chica afirmó resuelta.- Sólo, salvenlo por favor.

La enfermera asintió, luego le indicó que pasara a recepción a llenar un formulario con los datos que pudiera y que luego fuese a la sala de espera, que ella le buscaría cuando tuviese información.

Adhara asintió antes de ir al mostrador de recepción. Lamentaba haberse dejado llevar por el pánico y no haber buscado en los alrededores por si tal vez se encontraba tirada la cartera del hombre o algún documento que diera fe de su identidad.

La mujer mayor que la atendió fue muy amable, incluso le regaló un café al verla tiritar del frío. Ella le agradeció dulcemente antes de darse la vuelta y buscar una banca para sentarse mientras esperaba noticias, las cuáles no tardaron en llegar.

Un hombre de mediana edad, con una bata que lo identificaba como doctor, salió junto a la enfermera que ya conocía de unas puertas dobles. Adhara se puso en pie de inmediato y avanzó.

-¿Qué pasa?, ¿Cómo está?.

El doctor suspiró antes de responder.- La situación es crítica.- Adhara le miró ansiosa.- Tiene varias costillas rotas, hematomas de moderados a graves y una hemorragia interna por lo que necesitamos la autorización de un familiar para operar cuanto antes.

Adhara negó.- No sé si tiene familia, ni siquiera sé quién es él.

El médico asintió.- Dado que la situación es de vida o muerte y obtener información de los familiares es casi imposible, lo cual tomaría un tiempo que no tenemos y sólo terminaría complicando la situación del paciente, procederemos y yo asumire todos los riesgos. Lo más importante en este momento es que salga con vida. Deseenos suerte.

Adhara asintió. Mientras el doctor se daba la vuelta seguido de la enfermera y volvían a ingresar por las mismas puertas. Tomó asiento nuevamente y busco entre los bolsillo de su gastado pantalón.

Sacó un rosario de madera que la madre superiora le había regalado el día que abandonó el orfanato. Ese era su único y más grande tesoro.

Empezó a rezar, o al menos lo intentó, ya que debido a los nervios no recordaba las oraciones ni por mitad, suplicando a Dios que todo saliera bien, que no hubiera ninguna complicación extra y que aquel hombre pudiera seguir viviendo.

Las horas pasaron, pero Adhara mantuvo la fé. Su esperanza danzaba como una llama en su corazón y sin importar que no había dormido ni un minuto, no se movió de ahí ni un momento.

Agradecía que el siguiente día era domingo y sólo tendría que trabajar por la noche, lo que le permitiría tomar una siesta en el día si todo salía bien.

Justo cuando terminaba de rezar por vigésima vez, alzó la mirada y vió que ya eran las cinco de la mañana. Se puso en pie para ir por un café, cuando las puertas blancas que habían permanecido cerradas por largo tiempo se abrieron, dejando ver al doctor aún con ropa de cirugía y a la enfermera nuevamente.

Se quedó quieta en su lugar sintiendo a la ansiedad carcomerle las entrañas. Estaba a punto de preguntar que había pasado, cuando el doctor, despojandose de la mascarilla que cubría su rostro, esbozó una sonrisa cansada.

- Todo salió bien señorita, la cirugía fue un éxito.- Adhara besó el rosario en sus manos, llena de gratitud y alegría.- Por el momento estará en cuidados intensivos, pues la situación sigue siendo crítica. Las próximas 48 horas son cruciales. Pasado ese tiempo será llevado a una habitación normal y hasta entonces podrá pasar a verlo si gusta, por el momento no es recomendable.

Adhara asintió contenta, con lágrimas de alivio acumulandose en sus ojos.- Muchas gracias doctor por su esfuerzo, yo estaré al pendiente de cualquier observación que tenga o lo que sea que se necesite.

- No tiene nada que agradecer jovencita, es mi trabajo.- El hombre le sonrió paternalmente, una sonrisa que muy raras veces le había sido dedicada.- Si quieres puedes verlo un momento a través del cristal y luego puedes irte a descansar. Cualquier cosa yo te avisaré, ¿De acuerdo?.

El hombre añadió al ver que la chica estaba a punto de protestar, por lo que la joven no tuvo más remedio que aceptar a regañadientes.

La enfermera le indicó que la siguiera a lo que Adhara obedeció.

La llevaron a un cuarto donde le pusieron un traje parecido al del doctor y luego la condujeron a una sala desde cuyas ventanas, se podía ver el interior de una especie de cuarto enorme.

La enfermera le señaló a Adhara cuál era el hombre al que le había salvado la vida y ella lo contempló pegando su rostro al vidrio.

No podía distinguirlo bien desde esa distancia, aparte que su rostro aún seguía desfigurado por los golpes, sin embargo, no pudo evitar pensar que era guapo, seguramente era mucho más guapo que el crush de todas las niñas del orfanato.

No le cabía la menor duda que sin todos aquellos moretones empañando sus facciones, le sería fácil levantar unos cuántos suspiros.

Después de corroborar que todo estaba bien y observarlo durante unos minutos aunque fuese de lejos, acompañó nuevamente a la enfermera, quien le ayudó a deshacerse del traje, luego tomó sus cosas, decidida a marcharse.

- Ten cuidado.- La enfermera le dijo amablemente, mientras le tendía una bolsa con las pertenencias del hombre.

- Muchas gracias por todo. Nos vemos en otro momento, que tenga un lindo día.- Adhara sonrió mientras se despedía de la mujer.

Salió del hospital contenta por haber hecho una buena obra, y sonriendo, comenzó a caminar, con los rayos del sol como un augurio de que todo estaría bien.

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