Mattia se encontraba al borde de la locura y la desesperación.
Ya había perdido la cuenta de cuántas veces se había asomado a aquella bendita ventana y siempre obtenía el mismo desesperante resultado.
Si no estuviese en silla de ruedas, lo más seguro es que andaría caminando de un lado a otro como león enjaulado o ya habría cometido alguna estupidez y hubiese ido en busca de la joven pelinegra.
La ansiedad lo estaba consumiendo lentamente y la angustia comenzaba a ahogarlo.
Adhara había salido antes de las cinco de la madrugada rumbo a la capital. Era ya pasada la una de la tarde y aún no tenía noticias de ella.
El miedo lo consumía. ¿Y si le había pasado algo?, ¿Y si Adriano no había querido recibirla?, ¿Y se se había chocado con Giovanni y este le había puesto las cosas difíciles?.
"¿Y si decidió confesarle a Giovanni dónde estoy y vienen en camino a acabar conmigo?". Su corazón se saltó un latido, cuando aquel amargo pensamiento asaltó su mente.
Negó de inmediato.
Ella no lo