Alina despertó asustada. Se fregó los ojos perturbada y con el corazón latiéndole a mil. Tuvo un sueño espantoso.
—¿Qué sucede cariño? ¿te sientes mal? — inquirió Dante instantáneamente.
Desde el día anterior se habían acercado a un nivel más íntimo. Alina le había dado besos por iniciativa propia. Besos que estuvieron a punto de subir de nivel. Dante la miró con dulzura. Todo ella era un milagro ante sus ojos. Estaba feliz.
Había charlado con Emily y la mujer estaba de acuerdo en que lo mejor sería si Alina se fuera unos días a Italia. Prometió que se lo iba a sugerir y convencer de que era lo mejor. Cada día agradecía por las personas con las que se había encontrado Alina. Emily la adoraba y se preocupaba por ella como si ciertamente fuera su nieta. Y sus primos, bueno… se notaba que la amaban como una más. En principio sintió unos terribles celos de Aáron, pero luego observó que él solo le profesaba un simple y sólido cariño fraternal. Nada más.
—No lo sé… tengo como una sensación—