Gina y Blake estuvieron juntos en el instituto. Eran la pareja perfecta hasta que la universidad los separó. Seis años después Gina vuelve a su ciudad natal, a reencontrarse con todo, con todos, incluso con Blake y su nueva novia. ¿Podrán volver a lo de antes?
Leer másSupongo que vivir por mi cuenta no es tan guay, sobre todo si cada fin de mes le tengo que estar pidiendo dinero a mi madre. Pensaba que la vida después de la universidad sería trabajar de lo mío: Economía, y que podría independizarme con más facilidad y mantener mi vida adulta con todo lo que eso conlleva. Pero no. He recogido todas mis cosas y las he metido a presión en mi chatarra de coche para conducir siete horas hasta casa de mi madre. Mi coche es tan malo que tengo que hacer un descanso de por lo menos veinte minutos cada hora y media de viaje.
Son las dos de la madrugada cuando aparco en la entrada del garaje y ahí está mi madre, esperándome en pijama sentada en la silla de plástico del porche. Se contiene para gritar cuando me ve y me da un abrazo tan fuerte que me deja sin aire. Lleva mucho tiempo deseando que vuelva con ella y yo me he esforzado por demostrarle que puedo salir adelante por mi cuenta. Spoiler: no se me ha dado bien.
—¡Pero mira qué grande estás! Verás que todo sigue igual —me dice.
—Nos vimos en Navidad, mamá, no ha pasado tanto.
Me sacude la mano en la cara quitándole importancia a mis palabras. Llevo sin aparecer por aquí desde hace por lo menos cuatro años. Vine un par de veces al iniciar la carrera pero después preferí que fuera mi madre a visitarme; yo tenía allí muchas cosas, estudios, amigos...
Mi habitación tampoco ha cambiado, los posters singuen ahí, mi lámpara con forma de estrella en el techo, mis fotos antiguas con compañeros del isntituto siguen colgadas de las estanterías aunque...
—Las quité, no sabía si querías verlas —escucho a mi madre.
Entre foto y foto hay huecos grandes de otras fotos que ya no están. Eran mis fotos con Blake. Dejé de seguirle la pista a los meses de irme y eso que pensaba que yo jamás podría dejar de amarle. El tiempo nos separó inevitablemente.
—No pasa nada, terminamos bien.
—Ahora tiene novia, creo que es asiática también.
La forma que tiene de decir "asiática" es algo brusca, sé lo mucho que mi madre odia a mi padre pero eso no va a cambiar el hecho de que él es de Filipinas y que yo tengo sus rasgos.
El corazón me da un parón repentino. Blake es mi primer amor, hubiera deseado que una relación a distancia funcionara con nosotros pero no fue así y ahora que lo pienso creo que fue lo mejor para darnos (darme) la oportunidad de vivir otras experiencias. Ojalá todo hubiera sido tan bonito.
—Ah. ¿Qué tal está?
—Bien.
Asiento lentamente y en vista de que no va a dejar de mirarme, empujo la puerta con el pie para cerrarla y poder cambiarme. Había olvidado lo cómoda que era mi cama.
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Tres días después he terminado de instalarme y la estética adolescente de mi habitación ha pasado a ser otra mucho más madura, con mis apuntes de la universidad, mis libros, algunas fotos nuevas de mis amigos de la univeridad... Y casi tres cajas apiladas contra la pared de cosas que compré para mi apartamento y ahora no tienen lugar, se las daría a mi madre si esta casa no estuviera ya recargada de adornos.
Durante estos últimos dos años no he estado con muchos ánimos, me puse a trabajar como camarera en un bar de mala muerte por un sueldo bastante nefasto y estarle pidiendo dinero a mi madre no ha sido nada agradable. Se lo pagaré en algún momento cuando consiga trabajo.
—Te he dejado el dinero en la entrada y te he mandado la lista de la compra por mensaje. Adiós, ¡te quiero!
Quiero rebatirla que por lo menos tengo dinero para ir a hacer la compra, pero acepto los billetes de la entrada y cojo mi coche para llegar hasta el supermercado. Recuerdo estas calles como si nunca me hubiera ido.
Recorro los pasillos del supermercado empujando un carrito de la compra que cada vez se llena más hasta que al dirigirme a las cajas de cobro otro carrito me intercepta.
—¡¿Gina?!
Una pelirroja se me lanza encima y la atrapo con fuerza. He perdido también mucho contacto con mis amios del instituto pero de vez en cuando sí que nos hemos preguntado sobre qué tal nos iba la vida. Lilly era una de mis mejores amigas y la última vez que hablé con ella fue hace unos meses.
—Hola —me río.
—¿Qué haces aquí? ¿De vacaciones?
—De momento vengo para quedarme —digo y no estoy muy orgullosa de ello. Ojalá las cosas me hubieran salido mejor.
—No jodas —suelta y me sacude por los hombros—. ¡Tienes que venir a la fiesta de esta noche!
¿Fiesta? Antes me encantaban pero he vivido dos años trabajando en ese bar que era una constante fiesta. Sin embargo he vuelto aquí y hasta que encuentre trabajo no quiero quedarme encerrada en casa.
—Claro. Allí estaré.
—¡Genial! ¿Estás en casa de tu madre? —me pregunta y yo asiento—. ¿Te viene bien si te paso a recoger a eso de las once?
—Claro —accedo—. Te esperaré.
Y lo hago. Me paso la tarde buscando algo decente que ponerme y arreglándome. Cuando mi madre llega del trabajo y me ve maquillándome en el baño, saca su artillería materna.
—Ve con cuidado —me dice.
Abro la boca como un pez para echarme algo de brillo labial.
—Lo haré.
—¿Verás a Blake?
No lo sé y hace tanto que no hablamos, casi cinco años, que dudo que una interacción entre los dos pueda ser fluida.
—No lo sé.
—Te has puesto muy guapa para no saberlo.
Me miro al espejo y me siento bien. Hacía mucho que no me arreglaba de verdad y lo necesitaba. El vestido verde oscuro de tirantes me llega a medio muslo y me realza la figura. Es bastante simple pero a mi me gusta y lo combino con unas zapatillas de tela negras y un bolso pequeño.
—Lilly me ha invitado, eso es todo lo que sé. Me recoge a las once.
—Pues date prisa, son las diez y media. ¿Has cenado?
—Hace rato.
Cuando me deja sola en el baño me doy unos retoques al maquillaje no muy cargado y guardo la rizadora. Para cuando lo recojo todo Lilly ya está tocando el claxon y me lanzo al asiento de copiloto de su coche. Nos ponemos un poco al día por el camino, no me importa contarle mis problemas, Lilly es una de esas personas con las que siento que el tiempo no ha pasado.
Llegamos a un polígono atiborrado de coches, la música retumba fuera del bar y se levanta arena que hace que me piquen los ojos. Reconozco un poco el bar. Solía ser un lugar muy popular cuando iba al insituto porque te dejaban fumar dentro y vendían alcohol a menores. Supongo que sigue igual porque veo a gente muy joven. Tengo solo veinticuatro años, no quiero pensar como mi madre. Suspiro y me dejo arrastrar hasta la barra. Hay una chica algo bajita de pelo castaño como el mío y unos potentes ojos verdes bajo las gafas de pasta negras.
—¡Ya pensaba que no llegarías! —le recrimina a Lilly y me mira—. Hola.
—Esta es Gina —me presenta la pelirroja y me sacude entre sus brazos—. La conoces, te he hablado de ella, es la ex de Blake.
Oh, vaya, así que es así como se me conoce. ¿Qué es de él? Sin embargo, mis ganas de preguntarlo se quedan en eso.
Con el paso de la fiesta conozco un poco más a Tina, se mudó aquí por la universidad y ahora ella y Lilly comparten piso. Las dos trabajan dando clases a niños de infantil en nuestro antiguo colegio.
—¿Y qué hay del grupo? —le pregunto.
Tuerce el gesto y se le arrugan las pequeñas pecas sobre la nariz.
No es que tuviéramos un grupo grande. Cuando empecé a salir con Blake y conocí a sus amigos, Lilly y yo nos unimos a ellos y durante aquellos dos años fueron lo mejor del instituto y de mi vida. Luego me marché y ahora, seis años después, parece que todo eso fue otra vida muy lejana.
—Nos distanciamos, ya sabes... La universidad, las amistades, el estilo de vida... En parte eras tú lo que nos unía.
—Ya, pero siempre creí que Josh y tú tendríais algo —admito.
—No se dio —se limita a responderme.
—¿Y sabes cómo les va? —curioseo.
—El padre de Josh murió hace unos años y él se quedó con el taller de coches, ahora Blake y él son socios y trabajan allí. Les va bien. Y Becca se fue al terminar la universidad, sé que está comprometida.
Supongo que somos las tres fases de una etapa tras la universidad: Becca con su vida resuelta, Lilly con trabajo pero desfasada por las noches, y luego estoy yo que he vuelto a vivir en casa de mi madre.
Para cuando dan las dos y media de la madrugada, Tina y yo somos espectadoras del sobeteo que Lilly se está pegando con un chico al que acaba de conocer. Hemos conseguido unas latas de cerveza y hablamos un poco de cualquier cosa hasta que la bruma de gente, olores y humo me marean.
—Voy a salir un momento —le digo a Tina y añado: —Tú quédate a vigilarla.
—Vale.
Tampoco hay taaaanta gente, cuando paso cerca de las dos únicas mesas de billar del bar escucho a la perfección mi nombre.
—¡¿Gina?!
Wow.
GINA La vuelta a las clases ya no era como siempre. Entre clases siempre buscaba a Blake y había descubierto que se escondía tras las gradas a fumar en los ratos libres, a veces yo lo acompañaba para charlar y besuquearnos. —Puedo hacerte las tareas de matemáticas —le dije—. No me importa. —Prefiero que me sigas enseñando. En mi casa. Nunca le enseñaba mucho, cuando Blake me empezaba a toquetear y a mirarme tan de cerca, yo ya no sabía ni de lo que hablaba. Terminábamos en su cama. Pasábamos muchísimo tiempo juntos y eso nunca nos resintió, nos veíamos en el instituto y algunas tardes tras las clases; y nos veíamos los fines de semana cuando íbamos al bar del polígono. Aunque también haciámos otros planes Para mi, estar con Blake era lo mejor de mis días. Estaba tan enamorada de él que a veces no quería irme. Cuando empezó a acercarse el fin del instituto una nube de extrañeza nos envolvió. Una parte de mi quería quedarse en casa, cerca de él y de lo que conocía; pero otra parte
GINAMe desperté aún desnuda en su cama, sola y con su espacio en la cama ya frío. Pero el pequeño piso olía a café. Iba a levantarme cuando escuché la puerta abrirse y me quedé tumbada con la cabeza aplastada en la almohada.En silencio se acercó y el colchón se hundió con el peso de su cuerpo. Me bajó la sábana por la espalda hasta que casi descubrió mi culo y me hizo temblar el sentir sus dedos pasearse por mi espalda desnuda. Me acarició con cuidado y a los sengundos sentí la humedad de su boca ascendiendo por mi cuerpo.—Gina —me susurró. Musité contra la almohada—. Levántate y vamos a desauyunar. Tengo que llevarte a casa.Me dolía un poco la entrepierna pero lo camuflé bien aunque Blake no dejó de mirarme ni un minuto mientras desayunábamos. Me volvió a preguntar mil veces si me sentía bien y yo mil veces le aseguré que estaba mejor que nunca.—Deberías ducharte antes de irnos. Hueles a mi. Y a mucho sexo.Le di una miradita y me sonrió con inocencia fingina. Sin embargo me met
BLAKEJoder. Se me puso dura cuando la vi entrar en el bar. Llevaba días preparándome para esa noche, la primera que pasaríamos juntos, y me dolía la polla de desearla tanto.Llegó con sus amiguitas y reafirmé que la quería porque me el corazón me golpeó con tanta fuerza el pecho que me puso inquieto. Yo no me ponía inquieto por las tías.—Mira qué cara de gilipollas tienes cuando la miras —se burló Josh.—Cierra la boca.Yo ya sabía que tenía esa cara. Me sentía un gilipollas. Las manos me sudaban por la necesidad de tocarla y me parecía que estaba tardando demasiado tiempo en llegar a mi. Era mía.Nos saludaron pero yo solo podía mirarle a ella. Era guapísima y que tuviera una sonrisa solo para mi me hacía sentir un capullo afortunado. Me gustaba querer a alguien y que ese alguien fuera Gina, una chica tan sencilla que no me complicaba la vida, una chica en la que confiaba.—Hola —saludó.Cruzó los pocos pasos que nos separaban y estiré los brazos anticipándome a su llegada. Sonrío
GINANuestro primer beso no fue remarcable porque cada beso que Blake me daba era único, entonces todos eran remarcables. Pero era el primero. Y yo huí de allí en cuanto pude porque sabía lo que Blake buscaba de las chicas, tenía a una universitaria encima y yo solo era una cría (como él me llamaba). Lo intenté evitar en el instituto pero yo misma me encontraba buscándolo co la mirada. Era una contradicción andante.—He pensado que para las vacaciones de verano podemos... —decía Becca y se puso a toser.—¿Y si dejas de hablar y corres? —le dijo Lilly.Casi nos chocamos entre nosotras y el resto de la clase nos adelantó. Seguimos corriendo en círculos por la pista. Me faltaba el aliento y aproveché que iba de las últimas para pararme a respirar, me apoyé en las gradas y de repente fui arrastrada tras estas. Estuve a punto de gritar pero la mano grande y con olor a tabaco de Blake me hizo estar en silencio.—¡¿Pero qué narices haces?! —le grité, aunque no elevé la voz.Volver a tenerlo
GINAYo jamás me hubiera imaginado que ver a Blake sobetearse con una chica me pondría celosa.A Lilly y a Becca les había gustado eso de poder comprar cerveza en un bar sin ser mayores de edad y en el fondo yo ya pensaba que Lilly quería ir y ver a Josh. Por eso fuimos ese fin de semana. Y lo vi.Estaba claro que Blake era muy atrayente para cualquiera, era súper atractivo, pero nunca lo había visto con una chica y nuestras conversaciones no llegaban a eso. No éramos tan amigos. Si bien se me insinuaba de forma sexual, yo era una virgen que esperaba todavía por un "chico ideal". No quería cometer el mismo error que mi madre.Y entonces estaba allí, con una rubia despampanante susurrándole al oído montada en sus enormes tacones. Parecía más mayor que nosotros, sería universitaria y no me extrañaba que Blake pudiera conseguir mujeres como ella—Deja de mirar tanto —me picó Becca—. Se nota que te gusta.—No me gusta —negué.Lilly se río, la cerveza casi se le fue por la nariz. La miré m
BLAKEEra una niñata exótica. Bastante atractiva pero bastante reprimida.—¿Siempre vienes aquí? —me preguntó.Casi no la oí con todo el embrollo del bar del polígono.—Sí.—Pues no hacía falta que me agradecieras tanto.Se notaba que nunca había pisado un sitio como ese con el ambiente tan cargado. Sin ser mayores de edad conseguí dos cervezas. Ni siquiera yo mismo sabía por qué estábamos allí, por qué la llevé. Quería creer que era porque se lo debía.—Te acostumbrarás —le dije y le acerqué su cerveza. La olió—. No seas cría, es una cerveza.—No soy cría, pero no podemos beber.Sí, era justo lo que pensaba de ella. Había muchas chicas que me parecían igual que ella: chicas sin experiencias, y me parecían irritantes. Sin embargo Gina tenía algo más. Al principio era un reto personal porque había estado con muchas chicas y ninguna era asiática, un reto interesante teniendo en cuenta lo contradictoria que era.Sabía como me miraban las mujeres, sabía como Gina me miraba y eso me ponía
Último capítulo