6

Dejo mi ropa bien doblada en el baño y cojeo hasta sentarme de nuevo en su sofá. Escaneo un poco su apartamento, todo con colores neutros, más grande de lo que esperaba y con muy poca decoración.

Escucho como cruje la tarima cuando Blake se acerca y se deja caer a mi lado en el sofá. Deja un vaso de agua en la mesa de centro de cristal, cuando lo cojo, lo hago con el brazo que no me duele.

—¿Me vas a decir quién era ese? Porque te conoce.

—Mi exnovio —respondo.

Se revuelve a mi lado y por fin lo miro. Solo lleva unos pantalones del pijama, solo eso. Se ha tatuado un ágila en el pecho y todos sus tatuajes desde los brazos hasta el cuello, hasta el pecho, están conectados con más tinta negra. Le quedan bien. Le hacen tener una apariencia intimidante pero Blake no es malo.

Las yemas de los dedos me cosquillean por tocarlo pero no lo hago, le doy un trago al agua.

—Es un puto gilipollas.

—Es un agresivo de m****a —le corrijo—. Le puse una orden de alejamiento que venció hace cosa de un mes, por eso también me vine. No es que le hiciera mucho caso porque siempre estaba vigilándome... pero no se acercaba.

—Y no se te va a acercar.

—Ya... Tengo que renovar ese papel.

Es todo tan lioso...

Levantar el brazo para quitarme el pelo de la cara ya me duele, igual me quejo, no lo sé, pero Blake me coge por la muñeca y me lo estira para revisar el color tan malo que tiene. Se notan sus dedos ahí marcados, duele. Siseo cuando pasa sus dedos por encima.

—¿Desde cuando tú eliges tan mal?

Sí, yo, que tenía todo pensado para mi futuro.

—Era lo más parecido a ti —confieso.

Se le oscurecen tanto los ojos que ya no distingo su mirada. Me arrepiento al segundo. ¿Pero cómo se me ocurre? Que idiota que soy.

Él no dice nada y yo no rectifico mi verdad. El aire se hace tan pesado que inspiro con fuerza e intento que suelte mi brazo para aplastarme más contra el brazo del sofá. Pero no me suelta y ya no sé si él tira de mi o si nos acercamos los dos, pero cuando su respiración se mezcla con la mía y estamos tan cerca que le veo hasta los poros, las neuronas me conectan.

—¿Que...? —exhalo, pero se traga mis palabras con sus labios.

Mi cuerpo entero reacciona a él. Han pasado muchísimos años pero no he olvidado lo bien que se siente ni lo mucho que gusta. Blake fue mi primer todo. La delicadeza con la que me besa hace que me olvide de lo que fuera que estaba pensando. Siento como desliza su mano por mi pierna desnuda, sus dedos se hunden en mi de una forma placentera para empujarme más cerca suya. Me monto en su regazo. Estoy deshinibida y me pego tanto a él que el calor de su torso desnudo me envuelve. Abro la boca y su lengua me invade, me hace jadear. M****a.

—Blake —susurro. No deja de besarme y yo me he dejado llevar de más—. Blake, para...

Y para. Su cara se queda tan cerca de la mía que sus labios rojos e inflamados son una tentación.

—¿Qué pasa?

¿Que qué pasa? ¿Es que no es obvio?

—Tienes novia.

—Sabes por qué estoy con ella.

Me hundo más en el sofá, abrumada por todo, empieza a dolerme la cabeza y no dejo de arrepentirme de haber bebido tantas cervezas. ¿Y ahora qué? Yo no quería llegar y descolocarle la vida a nadie, mucho menos a Blake. Y su novia me cae bien, es una buena chica y no se merece esto, ¡por Dios! ¡Llevan tres años juntos!

Veo como intenta apaciguarme porque debe ver lo fuerte que me ha golpeado esto. Me aplasto más contra el sofá.

—Estoy cansada —digo—. Quiero dormir un rato.

—Tenemos que hablar de esto —me dice.

Lo sé, pero no ahora.

Me deja dormir en su cama aunque yo insisto en hacerlo en el sofá. De todas formas es muy de madrugada y no planeo quedarme hasta tarde.

Son las ocho de la mañana cuando me despierto, hago la cama, recojo mis cosas y me planto mi vestido. Tengo pensado irme a casa dando un paseo aunque esté a casi una hora de caminata y el pie me esté matando. Llamo a Lilly, pero no lo coge. Llamo a Tina.

—¿Puedes venir a por mi? —le pido en voz baja.

—Claro, mándame tu ubicación.

Agarro mis botas y me deslizo con mis calcetines por la tarima hasta la salida. Blake está dormido en el sofá, que es grande pero es muy estrecho para un cuerpo como el suyo. Se ha tapado un poco con una manta pero ya está enredada en él y casi en el suelo. Me acerco para colocársela y me guardo las ganas de quedarme mirándolo todo el día. Yo tengo cosas que resolver y que no pueden esperar, y él tiene cosas que hablar y que pensar.

---

El echo de haber pasado la noche con Blake no es lo que a nadie le interesa. Tengo un esguince en el pie y un moretón gigante en el brazo.

—¿No quieres que te lleve al hospital a que te revisen? —insiste Tina.

Yo niego con la cabeza.

—No, gracias.

Sin embargo, cuando me deja en casa y se lo cuento todo a mi madre, ella sí me arrastra al hospital y después a comisaría. Es un proceso pesado, el día entero se me echa encima y cuando llego a casa de mi madre solo quiero dormir un par de horas más.

El sueño no me dura mucho. Una pelirroja entra en mi habitación y se me tira al lado en la cama. Refunfuño.

—No refunfuñes —me dice—. He estado preocupada. ¿Qué tal estás?

—Bien. Mejor.

—Has ido al médico por lo que veo. —Apunta mi pie vendado, Blake lo hizo bien anoche.

—Sí, y a comisaría.

Se gira y se mete entre mis sábanas mirándome a la cara. Se va a dormir. No puede ocultar las ojeras ni el chupetón que tiene en el cuello.

—¿Qué te han dicho?

—Que tardarán un poco en tramitarlo todo pero lo van a detener. —Hoy ya he hablado demasiado de esto. Estiro la mano y apoyo el dedo en su marca—. ¿Y esto? ¿Con quién has estado?

Abre la boca y se me acerca más.

—Con Josh.

—¡¿Con Josh?!

Me tapa la boca.

—Shhh. Que nos va a oir tu madre y luego se lo cuenta a la mía.

—Ya ya, pero cuéntame —le pido.

—Y tú cuéntame de Blake —contraataca.

Se me escapa un suspiro, no he tenido tiempo ni cabeza en todo el día para pensar en ello, pero ahora lo hago y no sé cómo sentirme. Nos besamos y a mi me encantó, pero estuvo mal.

—Cuando os fuistéis ayer parece que se olvidó de ella. La escuchamos decir que hoy hablaría con él —me dice Lilly cuando termino de contarle todo—. Pero no es tu culpa.

—Ya... Es muy buena chica.

—Pero él te quiere a tí. Y tú a él.

Yo no lo sé. ¿De verdad lo quiero? ¿Lo quiero como lo hacía antes? ¿Acaso he dejado de estar enamorada de él?

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