51. CONTINUACIÓN
Antes de que López pudiera terminar su explicación, Mía se acercó rápidamente a ellos, abrió la puerta del lado de Sofía, con una mirada desafiante en sus ojos y una sonrisa fingida en sus labios. El corazón de Sofía se aceleró y sintió una punzada de incomodidad ante la actitud agresiva de Mía. Sin apenas percatarse de lo que hacía, se apretó contra su jefe, esperando que él pudiera manejar la situación.
—¡Sofía! No sabía que venías en el carro del jefe en las mañanas —exclamó Mía bien alto como si quisiera que todos lo escucharan. —¿Por qué estás con él? ¿Es que acaso durmieron juntos? —preguntó Mía, pero al percatarse de la expresión de su jefe llena de indignación, sonrió y dijo amablemente. —Ah señor López, disculpe, esa señorita lo está buscando desde bien temprano.
Señaló Mía a Teresa, que se acercó caminando como si midiera cada paso que daba, acentuando la perfección de sus inigualables curvas. Sofía se mordió el labio inferior, sintiendo cómo los celos comenzaban a apodera