8. ¿CASTIGO O SALVACIÓN?
Y así transcurrieron los días para ella, más de un mes había pasado desde que sucediera el hecho y de que se marchara el señor López, con el que hablaba cada día varias veces, por video. Él se encargaba de dirigir todo el trabajo, y estaba más que satisfecho con el trabajo eficiente de su asistente ejecutiva. Era mejor de lo que jamás había imaginado, sólo le preocupaban las grandes ojeras que le veía. —Sofía, debes de descansar —le decía en la última videollamada que le realizaba—, tienes grandes ojeras. ¿No te estás alimentando bien? No puedes enfermarte ahora, eres la única en quien confío. —Estoy bien señor, solo que no se me queda nada en el estómago, debe ser el nerviosismo de hacer todo esto a lo que no estoy acostumbrada. —Vamos a hacer una cosa Sofía, ve a la empresa en las mañanas, y vete a trabajar desde tu casa en las tardes. ¿De acuerdo? Al final podemos hacerlo, descansa y mantente saludable. Esto todavía puede ser para largo, mi padre sigue muy mal y mi madre no se qu
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