Mientras caía, una mezcla de miedo y determinación se apoderaba de Sofía. Sabía que el camino hacia la libertad no sería fácil, pero estaba dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo con tal de alejarse de aquellos que habían intentado controlar su vida. Una vez en el suelo, Sofía se encontró con la camarera, quien la guió rápidamente hacia un auto estacionado al otro lado de la calle.

Sin perder tiempo, Sofía y la misteriosa camarera se subieron al vehículo y emprendieron una huida vertiginosa. A medida que avanzaban por las calles, Sofía sentía una mezcla de alivio y determinación. Consciente de que debía escapar y no permitir que la atraparan nuevamente. La camarera, apenas dejando ver su rostro, le habló con urgencia:

—Hasta aquí puedo ayudarte. Escapa, no dejes que te atrapen otra vez—. Dijo la joven sin dejar de que ella le viera el rostro se alejó corriendo mientras Sofía le daba las gracias una y otra vez.

Las palabras de la extraña joven que la había ayudado sin conocerla