Las palabras de Azucena parecieron aliviar a Mía. Aunque aún tenía dudas y temores, se sentía reconfortada por la sabiduría y el amor de su madre. Por eso se apresuró a aclarar.
—No, mamá, no es solo por eso. Realmente me atrae la idea del ejercicio y de proteger a los demás —dijo Mía agradecida de que su madre la aconsejara, por eso quiso aclarar las cosas. —¿Recuerdas cuando quería ingresar a la academia militar y Delia se opuso porque decía que era demasiado caro? Creo que esta es mi oportunidad de hacer lo que realmente amo: investigar, ayudar, sentirme útil. Y estando al lado de Fenicio, creo que puedo aportar mucho. Es mi pasión, y no pienses que estaremos constantemente en peligro, no. Fenicio tiene una oficina impresionante en la empresa de López, podría trabajar como su asistente, cosas por el estilo. Quiero ser útil para los demás, quizás incluso podría convertirme en la guardia de seguridad de Sofía o de la señora Elvira... bueno, eso, cuando me perdonen.
Azucena escuchó a