167. NUEVO INICIO
A pesar del amor y el apoyo de Sofía, César se sentía increíblemente solo en su sufrimiento. Era un dolor que no podía compartir completamente, un dolor que tenía que llevar en su corazón. Sabía que debía enfrentarlo, pero por ahora, se permitió sentir la profundidad de su pérdida, permitiendo que las lágrimas lavaran parte del dolor que sentía limpiando su alma. Una voz hizo que se separaran:
—César, tenemos que hablar, sal inmediatamente.
Por otro lado, Mía miraba la llave en sus manos que le había dado Fenicio de su casa, en lo que un guardia ayudaba a su madre a llegar a la puerta.
—¿Qué esperas? —preguntó Azucena— abre tu casa.
—¡Mamá! —saltó Mía asustada.
Mía miró a su madre con sorpresa, la llave aún pesada en su mano. Había estado tan absorta en sus propios pensamientos que no se había dado cuenta de que Azucena había estado despierta, escuchando cada palabra de su conversación con Fenicio.
Azucena le sonrió, una sonrisa llena de entendimiento y amor maternal. A pesar d