Capítulo 9 “La vieja biblioteca”
— ¿Niña, estás bien? — unas manos tocan mi hombro, y me hacen girar. Sus oscuros ojos me ven fijamente —, estás pálida.
El nudo es cada vez más gigante en mi garganta.
—Me..., llevarías. A tu lugar seguro, por favor...
—Nuestro lugar seguro, también es tuyo... —pasa su brazo por mis hombros y me atrae a él.
Mis ojos caen por última vez Santiago, y no puedo evitar sollozar bajito. Siento los ojos de Adirael sobre mí, pero no menciona nada y le agradezco. No voy a ponerme a decirle que estoy así por ver a mi hermano con otra, después de habernos besado y tocado de esa manera.
Al llegar a la biblioteca, nos sentamos en donde estaba él ese día. Me apoyo en la pared y dejo caer mi cuerpo, coloco mis rodillas pegadas en mi pecho y oculto mi cara entre ellas. Quiero que desaparezca el dolor en mi corazón, duele como nunca, quiero llorar y sacar todo. Esto me está matando, no me importa que ese chico vea mis bragas. Sé que están a la vista.
Siento su