No hubo palabras entre ellos. Ni cuando llegaron al establo, ni cuando Lyon se montó en su caballo y le tendió la mano para que el duque se subiera detrás de él, ni durante el recorrido de regreso donde ambos podían sentir sus cuerpos temblar y la temperatura subir como una bestia hambrienta. Porque así estaban los dos.
Con un deseo voraz que no se esforzaron en comprender. Era parte de la naturaleza entre alfa y omega, entre compañeros enlazados… y el resultado de demasiada tensión acumulada. Las feromonas no ayudaban, el camino que se hacía largo menos todavía. Y hasta el mismo Ashary terminó gruñendo con el vientre apretado por la presión en esa zona.
La llegada al ducado casi pareció eterna y Lyon se bajó del caballo apenas había llegado con agilidad y rapidez. Nadie que lo viera se podría imaginar la razón de su apuro y ansiedad. Ashary pasó una pierna por encima del caballo para bajarse y agarró la mano del alfa que ya la había puesto delante de él. Pero apenas había puesto sus