La terraza del club ofrecía una vista impresionante del campo de golf, con sus extensas áreas verdes iluminadas por el sol que comenzaba a descender. Amatista y Enzo se habían acomodado en una de las mesas más apartadas, buscando un momento de calma después del desafío que habían compartido.
Amatista disfrutaba de su helado, servido en una elegante copa que realzaba aún más la frescura del postre. Jugaba distraídamente con la cuchara, llevándola a sus labios con una mezcla de satisfacción y coquetería que no pasaba desapercibida para Enzo. Él, por su parte, sostenía un vaso bajo y ancho con su bebida favorita, observándola con una sonrisa tranquila pero cargada de complicidad.
—¿Estás disfrutando tu premio, gatita? —preguntó Enzo finalmente, dejando su vaso sobre la mesa.
Amatista levantó la mirada, su sonrisa traviesa brillando como siempre.
—Mucho, amor. Aunque creo que el verdadero premio fue verte admitir tu derrota. —respondió, llevándose otra cucharada de helado a la boca mientr