El sol de la mañana atravesaba los ventanales del edificio, iluminando los pasillos con una cálida luz que hacía brillar las paredes de mármol pulido. Amatista llevaba en brazos una bolsa de papel con las cosas que había comprado en la tienda del barrio: frutas, algunos artículos de aseo y un par de dulces que había decidido darse como un capricho. Aunque sus movimientos eran cuidadosos, la ligera presión en su espalda le recordaba que su embarazo ya había alcanzado los cinco meses. El peso creciente de los gemelos hacía que cada día fuera un poco más desafiante, pero ella se mantenía firme.
Caminó con calma hacia el ascensor, revisando mentalmente su lista. Todo parecía estar en orden, aunque algo no dejaba de hacerle ruido, como si hubiera olvidado algo. Sus pensamientos se interrumpieron cuando las puertas metálicas del ascensor se abrieron con un leve zumbido.
Adentro no había nadie, y ella agradeció la tranquilidad del momento. Entró y presionó el botón de su piso. Durante el asc