Capítulo 140
Cuando Zadkiel abrió los ojos, el cuerpo todavía pesado por la noche anterior. Su lobo dormía en lo profundo, saciado pero inquieto. El calor del celo se había disipado, y con él, también la euforia que lo había dominado. Solo quedaba el silencio. Y un espacio vacío a su lado.

La omega ya no estaba.

Ni su aroma flotaba en el aire.

Zadkiel se sentó en la cama, aún desnudo, con el cuerpo marcado por las huellas de ella: arañazos suaves, mordidas contenidas, el recuerdo invisible de sus manos, su piel. Pasó una mano por su rostro y se recostó de nuevo, con el antebrazo cubriéndose los ojos.

Se sintió… agradecido.

No por haberla tenido. No por la descarga que su cuerpo necesitaba. Sino por su ausencia.

No sabía cómo habría podido mirarla a los ojos esa mañana. No sabía si habría soportado ver la ternura en su rostro, o peor aún, la resignación.

Él era el príncipe. Ella, una omega que enviaron para calmar su celo. Y, sin embargo, durante unas horas, fueron solo piel y necesidad, y algo más
Yerimil Perez

Nos quedan entre 6-7 capítulos para el final de este maravilloso, libro. ¡Cuéntame que te ha parecido!

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