KAESAR:
Después de colocar la piedra en su lugar, me giré para ver a Otar ante la pregunta que me había hecho. Tenía a Kaela en sus brazos, y su marca brillaba. La tomé sin contestar; todavía no podía separarme de ella. Tenía que despedirme, llorarla hasta que no me quedara una lágrima más, hasta que todo el dolor que sentía se convirtiera en odio, porque sin mi Luna, no tenía nada más que me sostuviera.
Avanzamos en silencio, alejándonos cada vez más de los lobos que nos perseguían, hasta llegar a la cueva secreta de mi padre.—La dejaré aquí, Otar, pero déjame acompañar a mi Luna unas noches más. ¿De acuerdo? No te alejes; la estarán buscando por todas partes. Quizás encuentren la entrada al túnel. Por eso, dedícate a bloquear bien esa entrada. La volveremos a utilizar cuando vay