KAELA:
No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente. Cuando desperté, me encontraba desnuda sobre una enorme piedra, cubierta de hierbas y olores insoportables. Figuras oscuras me rodeaban, pero no lograba verlas con claridad. La marca en mi cuello pulsaba dolorosamente, mientras sentía a mi loba Laila esforzándose por mantenernos vivas.
—¿Qué sucede, Laila? —pregunté, manteniéndome inmóvil para que no se dieran cuenta de que había recobrado la conciencia.—Los brujos han intentado de todo para debilitar la marca de Kian, pero han fallado. No los he dejado, —me respondió enseguida—. Gracias al cielo que despertaste. Estoy agotada, Kaela. Hemos estado aquí una semana y es lo mismo.—¿Y Arteón me...? —me detuve, sin querer decirlo, pero no hacía falta con Laila; ella escuchaba todo lo que pensab