KAESAR:
Habíamos reorganizado el ejército para comenzar a poner orden en los territorios. Debíamos hacer alianzas, asegurar a todos que no queríamos someterlos, sino vivir cada cual en su territorio.
—Mi Alfa —me giré al escuchar a mi beta, Otar. Aunque todavía tenía señales de su envenenamiento, caminaba con firmeza—. Ya estoy listo, gracias, mi Alfa. —Otar, puedes quedarte hasta que te recuperes completamente —sugerí, sabiendo que no lo iba a hacer y que, en verdad, necesitaba su mente sabia y estratégica a mi lado. Era mi complemento perfecto. No contestó, pero su mirada y su postura erguida me lo dijeron todo. Otar no se iba a mover de mi lado, como no había hecho desde que nacimos. Lo sentía como una extensión de mí. —De acuerdo, pero no te separes de mi lado. No quiero perderte &mdash