KAESAR:

 El campamento estaba más silencioso de lo habitual, con una especie de tensión en el aire que sólo traía consigo la víspera de un desafío. Mientras Kaela avanzaba junto a mí, sentí cómo la fuerza que irradiaba tranquilizaba no sólo a mi lobo, sino también a los guerreros que la miraban pasar con respeto y admiración.  

 Otar caminaba un paso detrás, siempre atento, y aunque todos parecían listos para el viaje, una pequeña parte de mí sabía que aún faltaban piezas por encajar en este rompecabezas.  

—Mi Luna —hablé mientras ajustaba las garras metálicas que cubrían mis manos—, ¿has pensado en lo que diremos ante los líderes de Fersht? No aceptarán nuestro pacto si no creen que ambas partes estamos unidas.

Ella me lanzó una mirada seria, esa que