KAESAR:
Avanzaba convertido en Kian, con mi beta Otar a mi lado. Ambos con el mismo deseo: llegar rápido, tomar la reliquia y regresar al momento. La guerra no esperaba por nadie. Las Montañas Lúgubres estaban frente a nosotros; debíamos encontrar la Cueva de los Ecos Eternos.
—¿Cómo vamos a encontrar esa cueva? —preguntó Otar al detenernos en la ladera. Había cientos de bocas de cavernas. Antes de que pudiera responder a esa pregunta que tampoco conocía, mi lobo Kian soltó un potente aullido. Ninguno de los dos sabía lo que iba a provocar: miles de extraños animales oscuros salieron de todas las cuevas, emitiendo agudos chillidos y viniendo en bandadas hacia nosotros. Por un breve instante me paralicé, pero Kian no dudó. Rugió de nuevo con todas sus fuerzas, exigiendo acción. Sentí cómo su energía