KAESAR:
Lancé un aullido advirtiendo a todos en mis territorios que debían cuidar de mi madre. Se escuchaba en todo mi dominio mientras entregaba a Arteón a los guerreros y corría con todas mis fuerzas hacia mi territorio. Mi Luna me alcanzó y me hizo detenerme.
—Dame tu mano —me pidió, y fue entonces que recordé. El sortilegio. —Piensa en el lugar donde crees que está la Luna Artemia. A pesar de que Rufén me había dicho que ella había asesinado a mis padres, había algo en mí que se negaba a aceptar que la mujer que me había criado, que había estado conmigo todos estos años, fuera esa cruel persona que decían. Tenían que haber cometido un error. Aparecimos en sus aposentos, en su habitación, y escuchamos voces airadas afuera. Las reconocí al instante: eran mamá y la