Capítulo 13

POV CLARA

Lo dice con una sonrisa de oreja a oreja, y no puedo evitar estallar en carcajadas.

—¡No me digas! —exclamo reprimiendo las risas—. Está bien, tu secreto está a salvo conmigo, solo espero que no me comas. Y… ¿te transformas en luna llena?

—No, no funciona así —expresa negando con la cabeza—. Es como un impulso, cuando no puedo mantener a mi lobo a raya.

—Claro, entiendo —replico aguantando la risa. Creo que está más borracho que yo, por lo que finjo creerle—. ¿Y te puedes transformar ahora?

—No, Lyke está enojado conmigo y en este momento me está insultando demasiado.

—¿Quién es Lyke? —cuestiono frunciendo el ceño.

—Mi lobo —contesta encogiendo los hombros. Asiento con una sonrisa.

—¿Y él te habla? —inquiero con interés, entrecerrando los ojos. Mientras él habla, termino de tomar mi bebida.

—Es un maldito lobo hablador —comenta con un bufido—. De hecho, tengo que admitir que lo extrañaba porque desapareció por un buen tiempo, pero es que ahora no se calla...

—Creo que necesitamos un poco de aire fresco —digo interrumpiéndolo, sabiendo que lo que está diciendo es, sin dudas, culpa de la borrachera.

—Sí, buena idea —responde, riendo.

Yo me levanto del taburete con un ligero tambaleo y suelto una carcajada. Hernán me sostiene del brazo, asegurándose de que no pierda el equilibrio mientras pasamos por el tumulto de gente.

Salimos del bar, el aire nocturno golpea nuestras caras y hace que ambos riamos. Amo sentirme tan risueña.

—Eres increíble, Clara —murmura, sus ojos brillando bajo la luz de la luna.

—Tú también, Hernán —respondo, sintiendo una ola de emociones que no puedo controlar—. Si eres un lobo, ¿por qué no te transformaste cuando ese tipo me estaba molestando?

—Créeme, ganas no me faltaban.

Ambos nos reímos otra vez. Jamás me sentí tan cómoda con ningún hombre y todavía se me hace extraño que esta persona sea mi jefe. Es tan distinto a cómo es en la oficina. Es divertido, atento y tremendamente sexy.

Nos quedamos allí, en la acera, mirándonos a los ojos. Sin pensarlo, me acerco más a él, pero trastabillo y Hernán no duda en rodear mi cintura con sus brazos. La tensión entre nosotros es innegable, y siento su aliento cálido contra mi piel.

—¿Estás bien? —susurra, sus labios están muy cerca de los míos.

—Sí, gracias a ti —manifiesto, sintiendo cómo la chispa entre nosotros se intensifica—. Hoy no paraste de salvarme.

—Te cuidaría toda la vida —susurra, acariciando mi mejilla.

La electricidad de su roce se incrementa, cortándome la respiración. Nos miramos fijamente, y el mundo a nuestro alrededor parece desvanecerse. Todo lo que importa en este momento es lo que estamos sintiendo. Hernán baja la mirada hacia mis labios y yo hago lo mismo. Mis manos, casi por instinto, suben a sus hombros, acariciando ligeramente la tela de su camisa.

—Clara… —murmura, y puedo ver el conflicto en sus ojos, pero también veo el deseo.

—Sí —respondo, casi sin aliento.

—No deberíamos... —empieza a decir, pero sus palabras se desvanecen cuando nuestros labios se encuentran en un beso suave y apasionado. El tiempo se detiene, y todo lo que siento es a Hernán, su calidez y su fuerza.

El beso se profundiza, y nuestras respiraciones se entrelazan. Sus manos en mi cintura se sienten seguras y protectoras, mientras las mías se entrelazan en su cabello.

Finalmente, nos separamos, ambos jadeando ligeramente. Sus ojos brillan con una intensidad que nunca había visto antes.

—Clara, hay tantas cosas que necesitas saber —dice con voz ronca.

—Entonces dímelas, Hernán, pero no aquí —respondo, mirando alrededor, consciente de que estamos en la calle.

Él asiente y, sin soltarme, me guía de regreso al bar. Nos despedimos rápidamente de los demás, inventando una excusa sobre cómo necesitamos descansar, aunque mi prima no me cree y me guiña un ojo mientras hace un gesto obsceno con la mano.

Hernán insiste en acompañarme a casa, y aunque una parte de mí está nerviosa, otra parte se siente segura y protegida con él a mi lado.

El camino de regreso está lleno de silencios cargados de significado, miradas robadas y sonrisas tímidas. Cuando llegamos a mi puerta, me doy cuenta de lo rápido que late mi corazón.

Hernán se detiene frente a mí, su mirada intensa fija en mis ojos.

—No puedo negar lo que siento por ti, ni quiero hacerlo —dice, dando un paso más cerca de mí, su cuerpo irradia tanto calor que me dan ganas de arrancarme la ropa.

—Yo tampoco, Hernán —respondo, sintiendo un nudo de anticipación en mi estómago.

Lentamente, él pone un dedo bajo mi barbilla, haciendo que levante la mirada, e inclina su cabeza hacia mí. Nuestros labios se encuentran de nuevo en un beso más profundo y apasionado que el anterior. Mis manos se deslizan por su pecho, sintiendo los músculos tensos bajo la tela de su camisa. La necesidad entre nosotros crece y, sin pensar, abro la puerta de mi apartamento y lo invito a entrar.

Una vez dentro, Hernán me empuja suavemente contra la pared, su cuerpo presionando el mío de manera urgente y apasionada. Sus manos exploran mi cuerpo con un deseo evidente, y el fuego que arde entre nosotros es casi abrumador. No puedo evitar soltar un pequeño gemido.

—Clara —murmura contra mis labios, su voz ronca y cargada de deseo—. Te deseo tanto...

La intensidad de sus palabras y su toque me excitan, y aunque quiero dejarme llevar por el momento, hay algo que no puedo ignorar.

—Hernán, espera... —digo, intentando encontrar mi voz a través del torbellino de emociones.

—¿Qué pasa? —pregunta, su respiración agitada y sus ojos llenos de preocupación y pasión.

—Yo... —tomo una profunda respiración, sabiendo que tengo que decirle la verdad—. Soy virgen.

La sorpresa se refleja en su rostro, y por un momento el silencio entre nosotros se vuelve casi tangible. Hernán se aparta ligeramente, arruiné el momento, lo sé.

—Clara, no lo sabía —dice finalmente, aclarándose la garganta—. No quiero presionarte para que hagas algo que no estás lista para hacer.

—No es que no quiera, es solo que... —intento explicar, pero las palabras se me escapan.

—Está bien, de verdad. No quiero que te sientas incómoda o forzada —responde, acariciando suavemente mi mejilla—. Prefiero esperar hasta que estés completamente segura.

La sinceridad en sus ojos y la ternura en su voz me tranquilizan. Aunque la tensión y el deseo siguen allí, hay una comprensión y un respeto que me hacen sentir aún más cerca de él. Hay tantos hombres que quisieron aprovecharse de mí, y que él no sea uno me alivia un montón.

—Gracias, Hernán —murmuro, sintiendo una mezcla de alivio y gratitud—. De verdad, gracias por entender.

Él me da un beso suave en la frente antes de dar un paso atrás.

—Nos vemos, Clara. Descansa bien —dice con una sonrisa cálida antes de salir de mi apartamento.

—¡Espera! —lo detengo. Él me mira con atención—. ¿Qué es lo que necesito saber? —interrogo. Sonríe y niega con la cabeza.

—Nada, no importa —responde. Da media vuelta y se dirige a la salida, cerrando la puerta tras él.

Me quedo allí, apoyada contra la pared, sintiendo una mezcla de emociones. No sé por qué me da la sensación de que el lunes voy a tener que hacer de cuenta que no pasó nada, pero creo que es lo mejor.

Gale Spring

¡Hola! ¿Les está gustando la historia? Si es así, invito a que la califiquen, me ayudarían mucho para llegar a más lectores. Mil gracias por leer <3

| 54
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App