POV HERNÁN
No puedo creer todo lo que acaba de suceder. Mientras conduzco a casa tengo que aguantarme las quejas y, al mismo tiempo, la felicidad de Lyke. Yo solo quiero llegar a casa y dormir.
—¡Eres un idiota! —exclama mi lobo—. Te deberías haber quedado, deberías haber tenido sexo con ella, ¡podríamos haberla marcado!
—¿Estás loco? —inquiero, rodando los ojos—. Para empezar, ella estaba borracha, no puedo aprovecharme así. Y, además, ¿cómo voy a marcarla? ¡Ni siquiera sabe de este mundo!
—Ahora sí lo sabe, porque tú te dedicaste a decírselo —refunfuña—. ¿En qué estabas pensando?
—Ni me creyó —me defiendo. Sé que fui un estúpido en confesarle que tengo un lobo, pero al menos se lo tomó con humor y puedo usar mi borrachera como excusa.
—Eso no cambia nada. Cada momento que pasas con ella la atracción se hace más fuerte. Necesitamos marcarla, Hernán. No tenemos mucho tiempo.
—¿Tiempo para qué? —pregunto, aunque ya sé la respuesta. Lyke y yo estamos vinculados de una manera que no puedo explicar del todo, pero sé que su urgencia tiene que ver con nuestro vínculo y las reglas de nuestro clan.
—Para asegurarnos de que ella esté a salvo y con nosotros. Si no la marcas pronto, el alfa podría insistir en que te unas con alguien más de la manada —responde Lyke, su tono más serio.
—No me digas que me preocupe por el alfa, ¡que es mi papá!, cuando ni siquiera puedo imaginar cómo Clara reaccionará al descubrir que su jefe es un hombre lobo —digo, suspirando—. Debo tomar esto con calma.
—Lo sé, pero no podemos esperar demasiado. Necesitas encontrar la manera de decírselo, de hacer que entienda.
—Primero necesito ganarme su confianza por completo. No quiero que se sienta asustada o traicionada —replico. La imagen de Clara, su sonrisa, su risa, su vulnerabilidad, todo eso me hace desear protegerla aún más—. Además… es humana, no sé cómo reaccionaría a la marca, quizás le hace daño —agrego con tono preocupado.
Finalmente llego a casa y apago el motor del auto. La noche es silenciosa, pero mi mente está en caos. Lyke sigue murmurando en mi cabeza, pero intento bloquearlo. Necesito un descanso, aunque sé que los problemas no desaparecerán.
—Voy a dormir —le digo a Lyke, mientras entro en la casa y cierro la puerta detrás de mí.
Me dejo caer en el sofá, exhausto. La tensión de la noche me dejó agotado, pero hay un pequeño alivio en el hecho de que Daniel no haya reaccionado tan mal a mi confesión sobre Clara. A pesar de su naturaleza, Daniel entendió la importancia de mantener la calma y permitir que las cosas se desarrollen naturalmente. De todos modos, sé que está molesto, voy a tener que hablar seriamente con él cuando nos encontremos.
—Guau, Clara es virgen —expresa Lyke con un suspiro.
No puedo evitar sonreír ante su comentario.
—Sí, lo es —respondo, sintiendo una mezcla de ternura y responsabilidad.
La idea de que Clara haya esperado a alguien especial para su primera vez me hace sentir emocionado. Aunque no puedo evitar pensar en lo afortunado que soy de haber sido el elegido, también siento el peso de ese compromiso.
—Tal vez estaba esperándote a ti —continúa Lyke—. Tal vez, de alguna manera, estaba destinada a ti.
—Es posible —murmuro, sintiendo una calidez en mi pecho—. Pero eso solo significa que tengo que ser aún más cuidadoso. Quiero que su primera vez sea perfecta, que se sienta segura y amada. Quiero asegurarme de que todo lo que haga sea para su bienestar.
Me acomodo mejor en el sofá, dejando que mis pensamientos divaguen sobre Clara. La manera en que sonríe, cómo su risa ilumina cualquier habitación, y esa mirada de gratitud y admiración que me dirigió esta noche. Todo en ella es especial, y quiero que cada experiencia que compartamos sea tan increíble como se merece.
Quizás debería averiguar más sobre el accidente que le quitó la vida que tenía, así puedo hacerla sentir bien y no decir comentarios que la hagan sufrir. Además, ciertamente tengo curiosidad por saber todo sobre su pasado.
Antes de irme a acostar a la cama, entro a darme una ducha de agua fría ya que no puedo evitar pensar en todas las cosas que podría estar haciéndole a Clara en este mismo momento. No contengo las ganas y comienzo a acariciar mi erección mientras suelto un gemido por lo bajo.
—Ay, no, hermano. ¿Por qué tengo que ver esto? —se queja Lyke. Bufo.
—¡Vuelve a esconderte de una vez! Déjame en paz esta noche, por favor, ya tuve suficiente por hoy —replico con tono fuerte.
Lo siento desaparecer de nuevo y suspiro. Por fin un poco de paz.
Tengo que admitir que esta es la primera vez en años que tengo que autosatisfacerme, y me da vergüenza pensar en que Clara, siendo virgen, haya aguantado tanto mientras yo estaba con una mujer distinta cada fin de semana. No sé si soy digno de ella.
Sacudo la cabeza para alejar esos pensamientos. A partir de ahora me comprometo a ser una persona distinta, a entregarme a ella y esperar sus tiempos, así tenga que masturbarme cinco veces al día porque dudo que esta calentura se vaya con una sola vez.
Ya duchado y relajado, me dispongo a ir a la cama. Al menos me duermo de inmediato.
Al despertar, me siento más calmado y, debo decirlo, enamorado como nunca en la vida. Me levanto de la cama y me dirijo a la cocina para prepararme un café fuerte. Mientras el aroma llena la habitación, mi mente vuelve a Clara.
Recuerdo su risa, su delicadeza, y la conexión especial que sentimos anoche. Quiero ser el tipo de persona que ella merece tener a su lado, alguien en quien pueda confiar plenamente. Tomo mi café y me siento en la mesa, reflexionando sobre cómo acercarme más a ella sin presionarla.
Mientras termino mi desayuno, mi celular suena, interrumpiendo mis pensamientos. Es Daniel. Mi corazón da un vuelco mientras contesto.
—Hernán, necesito que te prepares de inmediato —dice Daniel con urgencia.
—¿Qué pasa, Daniel? —pregunto, su tono entre preocupado y exigente me hace sentir a la defensiva.
—Es tu padre, decidió venir al mundo humano. Está en camino y quiere verte.
Las palabras de mi Beta caen como un martillo en mi pecho. Mi padre, el Alfa, dejando la seguridad de la manada para visitarme en el mundo humano es algo inaudito. Me pregunto si sabe que mi compañera destinada es humana. Y si no, ¿cómo va a reaccionar cuando se entere?
—¿Se enteró de mi compañera? —pregunto, luchando con una mezcla de temor y ansiedad en mi pecho.
—No sé, Hernán, no creo, pero voy a estar ahí lo antes posible para discutir cómo manejar esto —responde Daniel.
Cuelgo el teléfono con un suspiro pesado. Mi mente está en caos.
Mi padre no suele dejar el territorio de los lobos a menos que sea estrictamente necesario. Su decisión de venir al mundo humano significa que algo importante está ocurriendo en la manada. ¿Habrá algún problema grave? O peor aún, ¿podría estar relacionado conmigo y mi posición como Alfa? ¿Y si sabe de Clara?
Me levanto de la silla, dejando mi taza a medio terminar. El café ahora sabe amargo en mi boca, reflejando mi estado de ánimo. Tengo que enfrentar esta situación, aunque no quiero ser el Alfa. Las responsabilidades me siguen persiguiendo, incluso cuando intento mantenerme alejado de ellas.
Mientras me preparo mentalmente para enfrentar a mi padre y las posibles causas de su visita, escucho al timbre resonando desde la puerta principal de mi casa. Mi corazón se acelera. No hay duda de que es él.