La mañana se abre paso en la ciudad con una claridad cruel. Lara está sentada en la cama de su habitación de hotel, con una bata de satén arrugada rodeándola como una piel ajena que no termina de pertenecerle.
Frente a ella, el televisor murmura noticias mientras ella remueve el café ya frío entre sus manos. No duerme desde la madrugada.
La presentadora del noticiero aparece con una expresión impasible y voz calculadamente dramática:
—…El empresario Samuel Cárdenas, hermanastro de Ethan Knight fue arrestado ayer por la tarde en las oficinas centrales de Knight Corporation. Las autoridades lo acusan de fraude financiero y desfalco, así como de su participación en una presunta red de manipulación psicológica, según fuentes extraoficiales…
Lara no respira. El tenedor cae de su plato sin que ella lo note. El nombre de Samuel resuena como una detonación en la cámara de eco de su mente.
No hay duda: es él. La imagen del rostro de su amante, su cómplice, su ancla, aparece en pantalla escol