La habitación está en silencio, apenas interrumpido por el zumbido suave del aire acondicionado.
Samuel sostiene el teléfono en una mano, el pulgar temblando apenas sobre la pantalla. Frente a él, Lara lo observa con los brazos cruzados, la mandíbula apretada, los ojos oscuros fijos en él como dagas.
—¿De verdad lo grabaste todo? —pregunta con un tono gélido, sin molestarse en ocultar la desconfianza.
Samuel asiente y le extiende el teléfono. La pantalla muestra un archivo de audio con la fecha de la noche anterior.
Lara lo reproduce y, por varios minutos, ninguno dice nada. Solo se escucha la conversación entre él y Clara: las dudas, los titubeos, las palabras cargadas de emociones que no deberían haber existido.
—¿Entonces todo esto fue parte del plan? —Lara lo interroga apenas termina la grabación—. ¿La atracción que mencionaste, el beso... todo era falso?
Samuel aprieta los labios antes de responder. Siente un peso en el estómago, como si cada palabra fuera un ancla hundiéndose