El eco de las palabras de Clara retumbaba en la mente de Ethan desde el momento en que las escuchó: “No fue un accidente. Fue él”.
A pesar de lo débil que se oía su voz, había una claridad escalofriante en esas pocas palabras, una fuerza contenida que lo dejó helado. Desde entonces, no podía pensar en otra cosa. Quienquiera que fuese “él”, Clara le temía. Había huido de él. Y ahora, ese hombre seguía afuera, libre, posiblemente cerca. Tal vez mirándolos.
Ethan se despidió de Ava con una caricia en la frente mientras ella dormía en casa al cuidado de la niñera. Luego volvió al hospital.
Habló con los médicos. Preguntó si Clara podía estar delirando, si lo que había dicho podía ser producto de la medicación o de algún sueño inconexo. Pero los profesionales se miraron entre sí, midiendo sus palabras, y finalmente uno de ellos dijo:
—Cuando los pacientes salen de un coma de forma parcial, pueden confundirse. Pero los traumas emocionales dejan huellas profundas. Y a veces, cuando vuelven