El día había sido agotador. El cansancio acumulado en el cuerpo de Rowan no se disipaba, a pesar de que ya se encontraba de regreso en su oficina. Las luces del atardecer se filtraban por los ventanales, proyectando sombras largas sobre los muros del edificio. Había pasado toda la mañana sumido en informes, reuniones, investigaciones y preocupaciones que no podía compartir con nadie. Estaba a cargo de un imperio, pero incluso el trono más sólido temblaba cuando las raíces se corrompían desde dentro.
Y eso era exactamente lo que estaba ocurriendo.
La situación en Wall Street lo tenía completamente absorbido. Su empresa más estratégica, la que gestionaba el sector inmobiliario, estaba enfrentando un obstáculo inesperado. Se trataba del proyecto de desarrollo urbano más grande que la industria había presenciado en los últimos años, un emprendimiento que prometía marcar una diferencia significativa en el mercado global. Era ambicioso, monumental, y requería absoluta precisión. Su hermano,