Luciano se encargó de buscar a Adrián Vellani y, después de conseguir una reunión con él, le presentó una propuesta mucho más atractiva que la que tenía entre manos con Jared. No se trataba de un proyecto cualquiera, sino de una iniciativa de gran envergadura, con proyección internacional y respaldada por la prestigiosa compañía de la familia Kohler.
El planteamiento era claro: a Vellani no se le pedía una inversión demasiado elevada, lo cual resultaba mucho más conveniente que el plan de Jared, donde debía comprometer una suma considerablemente mayor y con un riesgo proporcionalmente alto. Además, la sola presencia del apellido Kohler en la ecuación otorgaba al proyecto un peso significativo en el mercado y lo convertía en una oportunidad que ningún inversor ambicioso dejaría pasar por alto.
Era bien sabido que el historial de Adrián Vellani no estaba precisamente limpio. Su nombre había estado vinculado en más de una ocasión a negocios turbios y asociaciones poco transparentes. Sin