Rowan apretó con fuerza los puños mientras escuchaba aquellas palabras, como si necesitara contener la rabia que lo invadía. No podía concebir cómo alguien podía llegar a semejante extremo, cómo un hombre podía degradarse de tal manera, al punto de utilizar a su propia madre como un arma para manipular y mantener bajo control a su sobrina.

El solo hecho de imaginarlo le producía un rechazo visceral. Jared había traspasado límites que Rowan nunca habría podido cruzar en toda su vida; lo que movía a ese hombre no era protección ni preocupación familiar, sino una enfermiza obsesión que lo consumía y que lo había llevado a ver a su sobrina como algo más que una joven bajo su cuidado. No solo la mantenía prisionera dentro de aquella casa disfrazando su control como autoridad, sino que además jugaba con su mente, buscaba anularla, someterla, impedirle vivir su propia vida y decidir por sí misma.

La comparación surgió de manera inevitable en los pensamientos de Rowan. Él también era tío; Mic