C149: Vine a buscarte.
Rowan permanecía dentro de su automóvil, oculto en un sitio estratégico, un punto ciego desde donde podía observar sin ser visto. Frente a sus ojos, a través del cristal, se desarrollaba una escena que lo desarmaba y al mismo tiempo lo consumía por dentro: Nadia y Giovanni estaban en un restaurante, sentados frente a frente, compartiendo un almuerzo que parecía sacado de la más sencilla pero cruel de las postales.
Ella sonreía con naturalidad, con esa gracia ligera que lo había cautivado desde el principio. Reía con tanta soltura, con tanto brillo en el rostro, que Rowan sentía que le faltaba el aire. Había algo en la forma en que Nadia se inclinaba levemente hacia Giovanni, en cómo se permitía bromear, en la complicidad que fluía entre ambos, que lo desgarraba. Cada gesto, cada carcajada, cada mirada cómplice, era como una aguja clavándose en su orgullo.
Porque él lo sabía: esa sonrisa amplia, espontánea, casi infantil, jamás se la había regalado a él en mucho tiempo. Con Rowan, Nadi