C143: No tienes que compartir ningún secreto conmigo.
Al aterrizar, la brisa salada del Mediterráneo les dio la bienvenida. El aroma del mar mezclado con el calor suave del sol envolvía la isla en un halo casi irreal. Antes de dirigirse a su destino final, Rowan la llevó en coche a una boutique exclusiva, de esas que parecen existir solo para vestir a los dioses. Entre estantes y percheros, le ofreció vestidos de seda, sombreros de ala ancha y sandalias de piel.
Nadia, todavía incrédula, comenzó a probarse la ropa, sintiendo cómo cada prenda parecía estar hecha a su medida.
Luego, subieron nuevamente al coche, adentrándose en una carretera serpenteante que ofrecía vistas infinitas del mar. Finalmente, llegaron a la villa. Era un refugio privado, escondido entre pinos y bugambilias, con muros de piedra clara y ventanas arqueadas que se abrían hacia un horizonte infinito. El sonido constante de las olas llegaba desde una playa privada al pie de la colina, y el aire estaba impregnado del perfume de flores silvestres y sal marina.
Dentro, la