A pesar de haber salido del encierro, Nadia sentía que la opresión aún la seguía. En cuanto terminó de hacer varias de sus tareas, tomó su celular que había quedado abandonado en su habitación. Al encenderlo, la pantalla se iluminó con una cascada de notificaciones. Mensajes sin leer y llamadas perdidas. Todos de Rowan.
El corazón se le encogió y sintió un ligero nudo en el estómago. No había podido avisarle, no había tenido forma de hacerlo. Jared la había encerrado sin que nadie supiera, y Rowan había quedado esperándola, sin explicaciones, sin señales, sin respuesta.
En ese momento, abrió cada uno de los mensajes.
"Nadia, ¿estás bien? ¿Te pasó algo? Estoy aquí, en el lugar donde quedamos. Escríbeme, por favor."
“¿Estás bien?”
“Nadia, ¿todo bien? Ya pasó la hora.”
“Estoy afuera, no te veo. ¿Vendrás?”
“Nadia, por favor, solo dime si estás bien.”
Eran mensajes que comenzaban con paciencia, con dulzura, pero que se volvían más tensos con cada hora que pasaba. Podía sentir su preocupaci