Quizás, cualquiera en su misma situación estaría asustado al ver esa actitud irracional de fiera hambrienta que tenía Lilly. Pero no él, quien conocía de sobra los efectos de los sueños.
Por esa razón, solo tenía en mente dejarla hacer lo que quisiera con su cuerpo. A fin de cuentas, el don que él poseía era solo para eso: alimento espiritual. Tampoco era como si pudiera quejarse de algo. A decir verdad, no tenía nada que reprochar. Si había algo que le gustaba era justamente tener a una mujer como ella en ese estado salvaje.De solo pensarlo, la sangre comenzaba a hervirle en las venas. Se incorporó sobre sus codos para poder verla mejor.Sonrió ominoso al verla bajar hasta sus pantalones y buscar con manos ansiosas aquel miembro que ya estaba despierto esperándola con ansias. Rio entre dientes cuando la vio sacarlo de su escondite y tomarlo entre sus manos.—¿Así que men raja estuvo viajando toda la noche y ahora se ha de