Embarazada, sola y en plena huída para proteger al hijo que llevaba en el vientre, Laurent Malore se quedó atrapada en una carretera de Colorado, durante una tormenta de nieve y a merced de un desconocido. Afortunadamente, el único propósito de Kevin Braxton era darle cobijo. Ella era un ángel rubio de ojos azul medianoche, y él habría pensado que había surgido de la noche nevada para salvarlo… si creyera en ese tipo de cosas, sin embargo, había perdido toda esperanza desde la muerte de su hermano, y ya sólo hallaba consuelo en su soledad. Mientras esperaban a que pasara la tormenta, se confesaron sus secretos más íntimos y surgió entre ellos una poderosa pasión. Cuando las carreteras se despejaron, quedaron unidos por una promesa, ya que Kevin sabía que Laurent necesitaba protección para conservar la custodia de su hijo en la batalla que se avecinaba. Estaba dispuesto a ofrecerle matrimonio para ayudarla, aunque sus motivos no eran realmente tan puros. Lo cierto era que aquella hermosa y vulnerable desconocida le había ofrecido un regalo de incalculable valor… le había dado una razón para vivir, la valentía de recuperar la esperanza y de soñar con tener el futuro y la familia que él siempre había deseado.
Leer másY la vida se abre paso...
El personal de servicio corría en su desespero porque a la señora de la casa se le había roto la fuente, alguien debía llevar la maleta, alguien estaba llamando al ginecobstetra, el chofer apareció para decir que estaba listo.
Pero no podían partir aún, porque no estaba a la vista Samantha y es que en el alboroto la dejaron sentada en una silla en la cocina que es en donde todo empezó.
—Amelia, por favor, ¡ay...! Avísale a mi esposo que ya vamos para el hospital.
—Si señora, ya lo hice, solo dejé el recado porque está en una reunión.
Samantha respira hondo y siente otra punzada, el chofer y otras dos mujeres del servicio llegan en tropel para asistirla y subirla al vehículo.
Con tanta conmoción, Samantha tiene que alzar la voz —¡Alto! Respiren... inhalen-exhalen. ¡Listo! Ven, si funcionaron los cursos. Ahora, Amelia ayúdame a llegar hasta el auto.
Amelia obedece y le ofrece su mano derecha para que se apoye, mientras con la izquierda la pasa por su espalda, pero ni la toca, por su experiencia sabe que el contacto puede ser molesto.
Al llegar al hospital un equipo ya espera en la entrada, Samantha siente que es demasiado dramático el recibimiento, ya que ni siquiera la dejan entrar por su propio pie, la sientan en la silla de ruedas y la ingresan.
Primero le ofrecen una disculpa, porque su doctor tratante se encuentra fuera de la ciudad, por un congreso, Sam lo entiende perfecto, su parto estaba adelantándose porque solo tenía 39 semanas.
—Descuide señora Mitchell, tenemos un equipo calificado que se encargara de usted.
Tras la revisión, determinaron que le darían tiempo a que aumentara la dilatación, pues solo tenía cuatro centímetros, luego conectaron el monitor fetal.
Unas cuantas horas después, Sam ya no sintió el movimiento del bebé y oprimió el botón para que acudieran.
Una doctora entró y trajeron el ultrasonido para ver el estado del bebé, todo estaba normal, incluso le mostró que ya estaba posicionado para salir.
...
Todo cambio de un minuto al otro, cuando Sam empezó a sentir un dolor agudo en el pecho y tanto su monitor como el del bebé se descontrolaron, las enfermeras, así como los doctores, entraron y dijeron que estaba teniendo sufrimiento fetal, por lo que no podrían esperar y debían realizar una cesárea.
Sam, luego de firmar consentimientos, porque su esposo no aparecía y no había nadie más con ella, solo la pobre Amelia, quien la quería como a una hija, lamentablemente no lo era.
En lo que Sam estaba en la sala de operaciones, Carter su esposo por fin llega y Amelia le relata lo sucedido, y por el momento no hay nada que pueda hacer.
Una doctora sale a informar que ya es padre de una hermosa niña y que pronto podrán verlas, pues las trasladarán a su habitación, por lo que ya no es necesario estén allí.
Estando Carter al pendiente manda a descansar a Amelia y le agradece por siempre estar cuidando de su esposa, por su parte la mujer le pide permiso para poder ver a la niña y luego retirarse.
Y en efecto, las enfermeras llevan primero a la bebé, un pequeño bultito envuelto en una cobija rosa, el padre orgulloso, no cabe de la felicidad —mírala, es tan chiquita.
Amelia se emociona y junto con Carter derraman unas cuantas lágrimas de felicidad, es entonces que abren la puerta y meten a Sam, que está en un estado preocupante, su complexión desmejorada y pálida alarman a los presentes.
Más tarde el reporte que le presentan a Carter lo enoja, pues por poco y pierde a ambas. Lo que más teme es que el sufrimiento fetal que tuvo su hija tenga consecuencias.
De las cuales se pone a investigar y ruega al universo porque su pequeña no presente retraso en el crecimiento, insuficiencia cardíaca, o alguna discapacidad intelectual.
Por lo que con el mejor de los intereses en el momento que son dadas de alta, Carter lleva a su hija a que la revisen concienzudamente y más de un especialista.
Con el paso de los días, el desarrollo de la pequeña Florence demuestra que afortunadamente es una niña normal y sana.
Un año después...
Los padres orgullosos reúnen a algunas amistades para celebrar el primer cumpleaños de su hermoso tesoro, risas, regalos y muchos recuerdos son hechos en tan especial ocasión.
Solo la familia de Carter y en concreto su hermana y madre se resistían a unirse a la celebración, al terminar la fiesta, no pierden oportunidad de sacar su repertorio de comentarios cizañosos.
—Mi vida, tú a su edad eras una monada, todo blanquito y sin ningún cabello a la vista, Florence es como muy peluda.
—Ya vas a empezar, todos los niños son diferentes —comenta Carter con ánimo de disipar las osadas palabras de su madre, quien siempre era instigada por su hermana.
Sam aparece con Florence para repartir más dulces, a lo que la señora y su cuñada hacen muecas de desagrado reusándose a aceptar.
—Oye Samantha, no podríamos buscar algo sobre tus orígenes, es que es muy raro que la niña solo haya sacado las características de tu lado familiar —añade la cuñada.
—Es algo que me encantaría, desafortunadamente nuestros intentos no han dado ningún fruto —Sam mira a su marido y este le dice en voz baja, “lo siento”.
Y de verdad que si lo hace, desde que a Florence se le fueron oscureciendo los ojos azules para quedar en un grisáceo hermoso, su abuela no dejaba de buscar comparaciones con su hijo y la falta de similitudes entre hija y padre.
Eso era a la vista y oídos de cualquiera, lo peor siempre lo guardaban para cuando estaban a solas con Samantha, su veneno y falta de escrúpulos no conocían límites, en varias ocasiones a la tonta nuera no le quedaba de otra. Solo podía amarse de paciencia y mostrar que aquello no le afectaba.
Para Carter era lo mismo, cuando estaban a solas, solían peguntarle qué tanto confiaba en su esposa, la creía capaz de mentirle, y con el pasar de los años reiteradamente le decía que dejara de ser tan ciego.
Lo evidente estaba frente a sus ojos, solo él y su tonto amor le nublaban el juicio.
Alexia, su hermana, buscaba formas de estar incomodándolo, y es que desde que se había casado su hermano la relego, haciéndola sentirse que ya no era el ombligo del universo, cuando regularmente él solía mimarla.
Aunado al rechazo que sufrió cuando su amiga Patricia dejo de ser la novia de su hermano, otra perfecta compañera de aventuras de su hermana, ambas echadas a perder por sus respectivas familias.
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Título original: Divino desastre.
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—Quiero enseñarte algo, y después podrías dormir una siesta mientras Michael y yo jugamos —dijo él, mientras le acariciaba la mandíbula con el pulgar.Con ella ,había descubierto que el olor del jabón y los polvos de talco podía ser excitante—Cuando hayas descansado, podremos tener nuestra propia celebración privada.—Ahora mismo me voy a dormir.Kevin se echó a reír, y la agarró del brazo antes de que pudiera empezar a subir las escaleras.—Antes, quiero que veas una cosa.—Vale, estoy demasiado débil para ponerme a discutir.—Lo tendré en cuenta para después —con un brazo alrededor de Laurent y el niño en el otro, fue hacia el salón.No era la primera vez que ella veía aquel cuadro; de hecho, había presenciado desde la primera pincelada hasta la última de su creación. Sin embargo, parecía diferente allí, colgado encima de la chimenea. En la galería, lo había visto como una hermosa obra de arte, como algo que podrían contemplar los estudiantes de arte y los coleccionistas, como algo
—Sí, es verdad —dijo él, divertido. Aunque ella hubiera hecho las maletas, no habría llegado ni al recibidor—. Entonces, ¿qué problema hay?—No hay ningún problema.—Preferiría no tener que preguntárselo a Marion.—Lo mismo digo —Laurent levantó la barbilla, y le dijo con voz firme—: Kevin, no insistas. Y no me presiones.—Vaya, vaya —le puso las manos en los hombros, y a continuación hizo un gesto afirmativo con la cabeza—. He visto muy pocas veces esa expresión en tu cara, y siempre me despierta un deseo incontenible de tumbarte en el suelo y hacer el amor contigo apasionadamente —al ver que ella se ruborizaba, se echó a reír y la abrazó con fuerza.—No te rías de mí — ella quiso apartarte de él, pero él no se lo permitió.—Lo siento. No me estaba riendo de ti, sino de la situación —pensó que a lo.mejor debería mostrar algo más de delicadeza, pero rechazó la idea—. ¿Es que tienes ganas de pelea?—Ahora no.—Si no puedes mentir mejor, vas a tener que mantenerte alejada de las partida
Kevin permaneció callado durante tanto tiempo, que Laurent estuvo a punto de decirle que se olvidara del asunto, que no tenía importancia; sin embargo, tenía demasiada. Estaba segura de que la muerte de su hermano había sido lo que le había impulsado a irse a Colorado, y lo que le impedía, incluso en ese momento, organizar una exposición con sus obras.—Kev —dijo, al posar una mano sobre su brazo—: Me pediste que me casara contigo para poder hacerte cargo de mis problemas. Querías que confiara en ti y lo hice, pero hasta que tú hagas lo mismo, seguiremos siendo como desconocidos.—Tú y yo dejamos de ser desconocidos desde el primer momento en que nos vimos, Laurent. Te habría pedido que te casaras conmigo aunque no hubieras tenido ningún problema.Ella se quedó muda de sorpresa, y sintió una punzada de esperanza.—¿Lo dices en serio?Kevin se puso al bebé contra el hombro.—No siempre digo todo lo que quiero, pero siempre hablo en serio —cuando Michael empezó a gimotear, se levantó pa
—Pareces agotada —comentó Amanda al entrar en la casa. —A Michael le están saliendo los dientes —la excusa era lo suficientemente válida, aunque el nerviosismo del niño no era lo único que mantenía a Laurent despierta—. Lleva durmiendo diez minutos, con un poco de suerte no se despertará por lo menos en una hora. —Entonces, ¿por qué no estás acostada? Amanda entró en el salón, y ella la siguió. —Porque me has llamado para decirme que venías. —Vaya, es verdad —Amanda esbozó una sonrisa, se sentó y dejó su bolso encima de la mesa—. No te entretendré demasiado. ¿Kevin no está? —No, me ha dicho que tenía que salir a hacer algo —Laurent se sentó en una butaca frente a su suegra, y apoyó la cabeza en el respaldo. A veces, los pequeños placeres parecían un regalo divino—. ¿Quieres algo para beber?, ¿un café? —Por tu aspecto, me sorprendería que pudieras levantarte de esa butaca. No, no quiero nada. ¿Cómo está Kevin? —Tan cansado como yo, ninguno de los dos hemos podido descansar dema
—Si vuelve a hablar así de mi mujer, va a tener que enfrentarse a algo más que unas simples amenazas… — Kevin susurró por lo bajo, mirandole y añadió—: Señora Conningwood.—No importa —dijo Laurent. Le dio un ligero apretón en la mano, consciente de que él estaba a punto de perder el control—. Ya no puedes intimidarme, Lorraine, y no vas a hacer que te suplique. Sabes perfectamente bien que siempre le fui fiel a tu hijo.—Lo que sé es que Terry no creía que fuera así.—Entonces, ¿cómo sabe quién es el padre del niño?Las palabras de Kevin fueron seguidas por un silencio absoluto. Laurent empezó a decir algo, pero se detuvo al ver la advertencia en los ojos de él. El rostro de Lorraine volvió a sonrojarse, y finalmente pudo decir:—Ella no se habría atrevido a…—¿No? Vaya, qué raro. Usted piensa probar que Laurent le fue infiel a su hijo, pero ahora está diciendo que no pudo serlo. En cualquiera de los dos casos, lo va a tener complicado. Si ella hubiera tenido una aventura con alguie
—Sé que estoy haciendo lo correcto —dijo Laurent. Aun así, dudó por un segundo cuando salieron del ascensor en el hotel donde se hospedaba Lorraine—. No importa lo que pase, no pienso echarme atrás —agarró la mano de Kevin y se aferró a ella con fuerza.La falta de sueño hacía que tuviera la cabeza extrañamentedespejada, y que se sintiera lista para pasar a la acción.—Me alegro muchísimo de que estés aquí conmigo.—Ya te dije que no me gusta que vuelvas a verla, ni que tengas que tratar con ella para nada. Yo puedo ocuparme de esto.—Ya sé que puedes, pero sabes que es algo que necesito hacer por mí misma. Yo…—¿Qué?—Por favor, intenta controlar tu genio —al ver cómo enarcaba las cejas, soltó una suave carcajada y sintió que la tensión que sentía se aligeraba—. No hace falta que me mires así, sólo quería decir que gritarle a Lorraine no servirá de nada.—Nunca grito, aunque de vez en cuando levanto la voz para que se me entienda mejor.—Como ya hemos aclarado eso, supongo que sólo n
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