Capítulo 45: Dos Almas Rotas.
Pero antes de apretar el gatillo, un grito desgarrador lo sacó de su trance.
Levantó la vista justo a tiempo para ver a una joven corriendo hacia él, descalza, con el rostro cubierto de lágrimas.
—¡Ayúdeme, por favor! —clamó Lía, arrojándose hacia el vehículo.
Nicolás, desconcertado, bajó el arma por instinto. La puerta del coche se abrió de golpe y ella se metió dentro, temblando, buscando refugio.
—¡Ciérrela! ¡Vienen detrás de mí! —gritó desesperada.
Él volteó hacia el camino y, efectivamente, vio las siluetas de dos hombres corriendo en su dirección.
Aceleró sin pensarlo.
El coche se perdió en la oscuridad, llevándose consigo a dos almas rotas, unidas por el miedo y la tragedia, sin saber que el destino acababa de entrelazarlas para siempre.
Lía respiró con dificultad mientras el auto se alejaba a toda velocidad.
El corazón le golpeaba el pecho, la garganta le ardía y las lágrimas le empañaban la vista.
Por primera vez, se sintió a salvo… aunque no sabía en manos de quién esta