Capítulo 43: Solo un Accidente.
La ambulancia llegó en cuestión de minutos. Las sirenas rompieron el silencio del vecindario mientras los paramédicos irrumpían en la casa. Jorge, pálido y casi inconsciente, fue subido a la camilla entre gritos y llanto.
Mary, temblorosa y con la ropa manchada de sangre, dio órdenes con voz firme a pesar del temblor que le recorría el cuerpo.
—¡Nadie dirá una palabra de lo que pasó aquí! —advirtió, con una mirada helada que atravesó a cada uno de los empleados—. Si alguien abre la boca, no solo perderá su trabajo… se arrepentirá de haber nacido.
Las sirvientas asintieron, aterradas. El miedo se extendió por la mansión como un veneno invisible.
En la clínica, Jorge fue atendido de inmediato. Los médicos lo llevaron a cirugía con urgencia; la bala había rozado un órgano vital, pero aún había esperanza. Mary y Betty esperaban en la sala, abrazadas, con los rostros desencajados.
—Mamá… —susurró Betty, entre lágrimas—. Tenemos que hablar.
Mary no respondió. Tenía la mirada fija en la pu