Capítulo 38: Reencuentro Inevitable.
En la empresa, Lía hacía lo imposible por evitarlo. Se mantenía ocupada, cambiando de pasillos, limpiando en horarios distintos. Pero el destino parecía burlarse de ella: cada vez que intentaba esconderse, él aparecía.
Bastaba un cruce de miradas para que el aire se llenara de tensión.
—Lía —la llamó una noche, cuando ya casi todos se habían marchado.
Ella se detuvo, sin mirarlo.
—No deberías hablarme aquí —susurró.
—Necesito saber si estás bien.
—No lo estoy —respondió con franqueza—. No puedo mirarte sin sentir que cometí un error.
Jorge dio un paso hacia ella, pero se contuvo.
—Yo tampoco sé qué me pasa —confesó.
Pero era tarde. Ambos sabían que, por más que intentaran huir, algo los había unido de una manera que ninguno podía controlar.
Lo que empezó como una coincidencia se había convertido en una tormenta que amenazaba con destruirlo todo.
Pasó un tiempo sin que volvieran a verse.
Ambos luchaban contra las fuerzas que los impulsaban a reencontrarse, intentando convencers