Capítulo 37: La Inocencia de Lía.
Lía no durmió aquella noche.
El recuerdo de lo sucedido se repetía una y otra vez en su mente, como una película que no podía detener. Cada detalle —sus manos, su mirada, su voz temblando al disculparse— la perseguía sin descanso.
Se sentía avergonzada, confundida, y al mismo tiempo… viva.
Nunca había sentido algo así. Y eso era lo que más le dolía: saber que lo había sentido precisamente con un hombre al que jamás debió acercarse.
Al amanecer, se levantó sin fuerzas, con los ojos hinchados de tanto pensar.
No quería volver al trabajo. No quería verlo. Pero sabía que no tenía opción, necesitaba su empleo, y ella debía fingir que nada había pasado.
Se miró al espejo: el rostro le delataba el insomnio, pero en sus labios aún quedaba el rastro invisible de un beso que no se atrevía a nombrar.
Jorge tampoco logró dormir.
Pasó la noche entera caminando de un lado a otro en su apartamento, con la cabeza hecha un caos.
No podía negar lo que sentía: cada vez que pensaba en ella, algo d