—¿Vamos a esperarlos despiertos? Dicen que vamos a tener cine… —Víctor sonrió y negó batiendo el cabello de sus hijos.—No, vamos a llegar tarde.—¿Están planeando lo de la boda? —Mateo preguntó con interés y Daniela negó también.—Tendremos una reunión de trabajo, luego, vamos a planear lo de la boda.—Está bien —Mateo le picó el ojo y luego Adriano se adelantó para tocar su vestido.—Estás muy hermosa, mamá, muy bella…—Tienes toda la razón —Víctor se puso al lado de Adriano y barrió su mirada por Daniela—. Está preciosa.—También pienso que estás bella, mami —Daniela tomó sus mejillas y negó.—¿Qué haré con tantos halagos? —Todos se rieron y ella se despidió de sus ojos para darles instrucciones tanto a ellos, como a sus cuidadoras.Kosta se quedará vigilando la casa como de costumbre, y algunos hombres los escoltarían hasta la cena, que aún Daniela no sabía dónde sería.Caminó en sus sandalias costosas, y se sintió segura con su vestido. Había recogido su cabello en un moño elegan
La mesa quedó en un silencio sepulcral.Solo el sonido de los cubiertos contra los platos, y el respirar agitado de Titus lo rompía.Daniela no se movía. Sentía el calor en la nuca, las manos heladas, la mente viajando hacia un solo pensamiento: ¿quién?—Eso es imposible —musitó él como si estuviera muy cansado, rompiendo el silencio con voz temblorosa—. Marcela no fue envenenada… No… eso… eso es una mentira, Víctor. Nadie de mi familia podría hacerlo, porque ella estaba bajo mi protección.—¿Estás seguro de eso? —preguntó él con tono grave, ladeando la cabeza. Su copa de vino descansaba intacta frente a él, mientras Daniela apretaba las manos sobre su regazo.Titus parpadeó, perdido, como si su mundo también se viniera abajo. No hablaba con la seguridad que lo caracterizaba.—Si tienes estas pruebas, sabrás quién es… ¡Dilo ahora!Titus se levantó mientras Daniela veía cómo todas sus esposas estaban a la expectativa.Amelia tomaba las manos de su madre Antonella, mientras que Sofía pa
El silencio que siguió fue peor que cualquier grito. Daniela no podía moverse. Sentía como si su piel ardiera desde dentro. La mirada fija en Antonella primeramente por descubrir que ella había sido la precursora de todo esto, aunque no le sorprendía, pero su mente también estaba girando demasiado rápido, incluso desmoronándose.¿Qué significaba eso? ¿Qué estaba insinuando?Amelia bajó la cabeza de inmediato, incapaz de sostenerle la mirada a ella o a Víctor, y entonces supo que algo no estaba bien.—¿Qué significa eso? —Daniela preguntó de forma baja, mientras Titus se dejó caer en su silla, como si algo dentro de él se hubiese roto. ¡Como si todo esto fuese una maldit| pesadilla!—No puedo creerlo… no es posible…—¿Qué hiciste…? —Daniela giró la cabeza hacia Víctor, que tampoco la miraba.Antonella sonrió como si hubiera ganado una partida largamente planeada. —Tú no eras parte del plan. Fuiste el error que arruinó todo. Amelia iba a quedarse con él. Era el acuerdo.—¿Qué acuerdo?
El aire era denso, irrespirable. La noche había caído completamente, y sin embargo, Daniela seguía allí, con los dedos entrelazados en su regazo, mirando hacia la oscuridad. La brisa no era suficiente para calmar el incendio que tenía en el pecho.Se sentía vacía, como si algo hubiera sido arrancado de dentro de ella sin anestesia. Lo peor no era lo que Antonella había dicho, sino su calculadora forma de actuar, solo porque ella, la vio como una amenaza.Y Antonella había hablado de eso como si se tratara de una compra mal hecha en el supermercado. Como si la vida de su madre no hubiese significado nada. Marcela. Este era el punto de no retorno, era cierto que nada volvería a traerla, su madre sí había sido asesinada, y ahora, ya no seguía nada más.Se levantó lentamente, con los pies helados y el corazón tambaleante. Caminó hasta la salida, y un hombre levantó la mano para decirle que un auto estaba esperándola abajo.¿Víctor la había dejado sola?Había visto la decepción en sus ojo
Daniela se levantó mirando a su lado para ver a Víctor dormido con el brazo en su cintura.Ella sonrió por un momento y detalló su rostro plácido, difícilmente podía verlo así en parte del día, y no se movió dejando este momento en su memoria.Todo había llegado a su fin, aunque ni siquiera sabía qué haría Víctor para que la estadía de Antonella no fuera buena. Ella sentía que su dolor, agudo y punzante, había llegado a su fin.Pasó sus dedos por su rostro en forma de caricia y revivió cuando lo vio por primera vez. Él había traspasado todos sus esquemas, realmente había quedado allí en sus ojos y marcada para siempre.—Eso está delicioso… ¿Y adivina qué? —Daniela quitó la mano cuando Víctor habló.—Buenos días, ¿qué cosa?—Puse el pestillo, así que si los mellizos, vienen, no podrán entrar.—Se desesperarán más.—Así moldearán su carácter.Víctor tomó su cuerpo de forma pasional y besó sus pechos de forma sugerente.—Víctor…—Aquí estoy, tomándote, como siempre lo haré.Daniela gruñó
Las semanas siguientes estuvieron llenas de días cálidos y amaneceres tranquilos. Daniela estaba con Víctor recorriendo la empresa donde comenzaría a trabajar y había una reunión en una hora para presentarla como una de las directoras generales.—¿Estás seguro de esto?Víctor le sonrió.—Tú me darás cuentas, así que es tu problema…Ella sonrió negando.Sus hijos ya habían comenzado el colegio, y todo parecía andar bien.—Eres un estratega por excelencia, a veces me pregunto si no fue un plan desde un inicio.Víctor chasqueó la lengua.—Solo está en tu cabeza.Daniela se lo quedó mirando y negó.—Hoy Adriano dijo que quería ser como tú.—¿Cómo yo?—Sí. Dijo que quería tener “una oficina con sillones de cuero y una silla que gire”. Creo que te tiene en un pedestal. Siempre habla de ti con ese brillo en los ojos.Víctor se rio y negó.—En cambio, Mateo es más contigo.—Definitivamente. Mucho más noble. —Sin embargo, lo de Adriano es un peligro… Espero que no quiera robar mis empresas ta
—Oh, Dios mío —Daniela tuvo que retener las lágrimas cuando los mellizos lloraron al ver a Melissa y Javier, y se quedaron mucho rato abrazados a ellos.—Tía… te extrañamos.—A ti también, tío —completo Mateo y Daniela solo pudo observar a Víctor, gesticulando un “gracias”. Porque el que estuvieran aquí, de sorpresa, dos días antes de su boda, era un milagro para ella.Después de los gritos, lágrimas y muchas emociones, Daniela se sentó en el amplio sofá de la mansión con Melissa, porque Javier estaba con Víctor afuera de la casa, hablando de negocios, y los mellizos ya estaban dormidos, ya que era muy tarde por la noche.—Están enormes… y hermosos, como tú, aunque sean idénticos a Víctor —dijo Melissa con la voz llena de emoción, mientras Daniela no podía despegar los ojos de ella.Definitivamente, ella estaba diferente.—Y agrega lo traviesos. Definitivamente, cada día están más despiertos… en eso se parecen a su padre también —bromeó Daniela para eliminar algo que no podía descifra
La isla de La Digue amaneció suspendida en un silencio mágico, como si la naturaleza misma hubiese decidido rendirse ante este evento. Sobre la arena blanca, había un arco tallado en madera flotante, esperaba el momento de sellar una historia que había sobrevivido a todo.Daniela se miró al espejo mientras Melissa le ajustaba el velo con manos temblorosas. Su vestido, de corte sencillo, pegado a su figura, abierto abajo como una sirena y espalda descubierta, era como agua sobre su cuerpo. Sus ojos brillaban, no por el maquillaje, sino por todo lo que sentía. Nervios, felicidad, amor, y algo más profundo: la certeza de estar exactamente donde debía estar.—¿Estás lista? —preguntó Melissa, con una sonrisa que intentaba contener lágrimas. No sabía si ella estaba más emocionada.Daniela asintió con fuerza. —He esperado toda mi vida por este "sí".Melissa sonrió abrazándola mientras ambas tenían las lágrimas en los ojos.Todos se prepararon para el momento, y Víctor recibió a Bruno, que l