A la mañana siguiente, Melissa aún tenía el cabello revuelto cuando lo vio caminar por la habitación con un café en mano, vestido ya con una camisa blanca y los primeros botones abiertos.
Ella parpadeó de forma lenta mientras los sonidos llegaban a sus oídos, y se levantó con calma, para ver a través de la ventana que Luca ya estaba abajo, gritando con los hijos de Andrea.
—Creo que dormí más de lo que debía —se tocó la frente y luego notó a Bruno venir hacia ella, con una sonrisa.
—Buenos días, amor. ¿Café? —ella recibió la taza y aspiró el aroma.
—Qué delicia…
—¿Yo? —Bruno se sentó en la orilla de la cama y le dio un beso en el cuello.
—No, tú sobrepasas el café, y me encantas más.
—Tu objetivo es no salir de esta habitación.
Y ella negó rápido.
—No, voy a ducharme…
—Hazlo, tenemos que bajar, mi familia… y me refiero a ms hermanas, mi hermano y su familia y el nonno, nos esperan.
Melissa se quedó a mitad de la habitación, pero asintió sabiendo que era lo que tenía Bruno en mente. De