El sol apenas comenzaba a elevarse cuando Melissa abrió los ojos. Aún estaba enredada entre los brazos de Bruno, y por un instante, se permitió disfrutar del calor de su cuerpo, de la respiración acompasada de él, pero no duró mucho.
Recordó lo que sucedería esa noche, y el peso de la verdad volvió a caerle encima como una losa.
Se levantó con cuidado, sin despertarlo, y caminó hacia el espacioso baño para lavarse los dientes y mirarse al espejo.
La mansión se estaba preparando algo grande y decidió de último momento darse un baño con agua tibia que le relajara los músculos.
Después de al menos media hora, estaba fuera y escuchó las risas. Luca estaba en la cama de Bruno, pidiendo que quería ir a jugar a afuera, mientras Bruno se quejaba sin querer abrir los ojos.
—¡Buenos días! —Luca fue el primero en girarse con su saludo—. ¿Quieres ir afuera a jugar?
—¡Siiii!
Luca se bajó rápidamente como un rayo, y Melissa se rio cuando Bruno unió sus manos como si le agradeciera con la vida que