Dos líneas rojas y muy brillantes se visualizaron antes sus ojos abiertos, y aunque no tenía experiencia, sabía lo que eso significaba.
—¡Daniela! —La puerta golpeó otra vez.
Ella se obligó a tomar la cinta y guardarla en su pantalón, para luego pasarse el cabello hacia atrás y abrir la puerta.
—¿Qué pasa? Estaba en el baño.
Titus cambió de expresión al verla. Pues su color y mejillas rosadas, como de costumbre, no estaban.
—¿Estás bien? —preguntó con aparente preocupación y ella asintió.
—Me sentí un poco mal. Estoy muy preocupada por mamá.
Titus asintió.
—Mañana vendrán unos especialistas, creo que la llevaré a otra clínica.
Daniela sintió un nudo en el estómago. No confiaba en Titus, y después de la conversación que había escuchado entre él y Victoria, la idea de que él decidiera sobre su madre le resultaba aterradora.
Pero el hecho de que la sacara de esta casa, y la llevara a otra clínica, era más alentador.
—Gracias…
Él asintió mirándola con extrañeza, y luego se giró.
—Tengo qu