“¿Por qué no lo mencionaste? Lo habría reemplazado junto con todo lo demás”.
Ella se encoge de hombros, incapaz de mirarme a los ojos. “Los juegos eran una vía de escape. Cuando me mudé a tu apartamento, decidí que era hora de crecer y dejar de esconderme en el mundo de los juegos”.
“¿Y no puedes hacer ambas cosas?”
Sus ojos se encuentran con los míos y una sonrisa se extiende por su rostro. Sus ojos se desplazan hacia los monitores que tiene frente a ella. “Tal vez pueda”.
Le tiendo la mano y la ayudo a desenredarse de mi silla de juego. Ella se ríe mientras se deja caer sobre mí. “Tan cómoda, pero elegante…”
Se ríe de nuevo, se endereza y da un paso atrás. Sus ojos brillan al mirarme. No creo haber visto nunca a Daisy tan deslumbrante.
Me abstengo de atraerla hacia mí. ‘‘Vamos ‘‘le digo’‘. Veamos una película. Ha sido un día muy largo.
Ella sonríe y se dirige a la puerta.
‘‘Lo ha hecho ‘‘dijo con nostalgia.
“Apagado”, digo mientras salimos de la habitación; el equipo pasa al modo de