Debajo de un programa financiero, un breve mensaje de texto aparece en pantalla: [A las tres de esta tarde, se llevará a cabo la ceremonia de premiación del Embajador de Caridad de Cantolira.]
Esta ceremonia ha sido organizada especialmente para Celia, con el objetivo de construir su imagen como una diosa nacional amable y amorosa.
Luna se levanta bruscamente, sus hermosos ojos llenos de furia. La taza de agua que sostenía tiembla intensamente y el té se derrama por completo, salpicando su mano.
¿Celia también se lo merecía? ¿Una mujer malvada que incluso hería a los niños, pero que llevaba el buen nombre de cuidar de ellos? ¿Por qué? ¡Celia no se merecía esto! Debía detenerlo.
Luna apagó la televisión con enojo, lanzó el mando a la mesita e hizo un ruido sordo. Abrió la puerta de su habitación y corrió hacia abajo.
Leandro estaba sentado en el salón. El sol de aquel día era especialmente brillante, entraba por las ventanas y se derramaba sobre su rostro apuesto. Colocó su portátil sob