Diego recibió el puñetazo de frente; no quería pelear. Las personas de su estrato social aprendían combate básico, no solo para defenderse, sino también porque en el mundo de los negocios siempre había individuos con intenciones negativas contra ellos. No devolvió el golpe porque sentía que merecía ese puñetazo.
Pero cuando Leandro le lanzó un segundo puñetazo, Diego retrocedió un paso, bloqueó el golpe con su brazo y respondió con un golpe en la rodilla de Leandro.
—¿Por qué se iba a ir de ti? ¿No tienes idea de cómo la has tratado? —preguntó.
A pesar de recibir el golpe en la rodilla, Leandro logró lanzar un puñetazo en el pecho de Diego.
Diego gruñó, sintiendo un sabor a sangre en su garganta.
—Mi forma de tratarla es asunto mío y de ella. No te corresponde interferir. ¿Cómo te atreves a llevarte a mi mujer? —replicó Leandro.
Cuando terminó de hablar, también fue empujado por un puñetazo de Diego.
—Leandro, no olvides que eres mi cuñado. ¿Tu mujer? Eso es un chiste. Si elegiste casa